“En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado” (Efesios 1:5, 6).
“Predestinar” significa destinar desde antes. Dios te destinó desde antes (en la eternidad) no para ser objeto de Su ira o de condenación, sino para ser adoptado como Su hijo. ¡Qué maravillosa verdad! Que el Dios del cielo y de la tierra, el gobernante de todo el universo, te atraiga a una íntima relación con Él. Que a ti que eras una criatura rebelde, merecedora de ser abandonado en ira por Dios en el infierno por toda la eternidad, Dios te adopte como uno de Sus hijos.
Tal vez tú tuviste un progenitor, pero no un padre. Pero, si eres cristiano, sabe que en Dios tú tienes a un padre y no a cualquier padre, sino al mejor padre de todos (Mt. 7:11). Esto también fue en Jesucristo, el Hijo de Dios que vino al mundo a convertir a los hombre en hijos de Dios (Jn 1:12).
¿Por qué Dios te predestino para ser hijo? No busques la razón de tu predestinación o adopción dentro de ti –pues no la encontrarás–, búscala en Dios. Según este versículo, Dios te predestinó porque esa fue Su buena voluntad. Pero también el versículo dice que esta predestinación fue «en amor», lo cual hace de la predestinación «no un mero acto de la decisión de Dios, sino un acto de Su amor» (Reformation Study Bible). La predestinación no fue un acto frío, sino afectivo.
Y todo eso «para alabanza de la gloria de su gracia». O en otras palabras, para manifestar y ser reconocido como el Dios que es supremamente bueno para con nosotros en Jesucristo (Efesios 2:7).
Una vez adoptado como hijo en la familia de Dios, Dios está comprometido contigo. ¿Por qué te afanas por lo que has de comer, beber y vestir cuando tienes un Padre celestial que sabe cuál es tu necesidad y que ha prometido suplirla? Disfruta tu relación con tu Padre celestial, apóyate en Sus brazos.
¿Quién eres tú? Eres Predestinado.