¿Dónde está Dios cuando los creyentes sufren en este mundo? ¿Dónde está Dios cuando los creyentes padecen por mano de los que no tienen fe en Dios? ¿Es Dios amoroso? Sí, Él es amor (1 Jn. 4:8, 9). ¿Es Dios poderoso? Sí, Él puede hacer todo lo que quiera (Lc. 1:37). ¿Dónde, entonces, está Dios cuando la aflicción fuerza nuestra puerta? Los ejemplos de José, Job y Jesús responden a esa pregunta.
JOSÉ
José era uno de los hijos de Jacob, amado más que a todos sus hermanos debido a que Jacob lo había tenido en su vejez. Los hermanos de José lo odiaban debido a cuánto su padre lo amaba. Y ellos lo odiaron aún más cuando José les contó los sueños que tuvo en los que tanto su padre como sus hermanos se inclinaban ante él.
Los hermanos de José, entonces, planearon matarlo: lo tomaron y lo echaron en un pozo. Ellos lo sacaron del pozo y lo vendieron a ismaelitas, quienes llevaron a José a Egipto (Gén. 37). Una vez en Egipto, José es comprado por un oficial llamado Potifar. Allí Dios lo prosperó. Pero un día, no queriendo pecar contra Dios, José huyó de la mujer de Potifar que le pedía que se acostara con ella. Y siendo acusado falsamente, José termina en la cárcel (Gén. 40).
Después de años en la cárcel, José es sacado de la cárcel y hecho gobernador de Egipto por orden de Faraón (Gén. 41). Y cuando sus hermanos vinieron delante de José, él les dijo: “Y Dios me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en la tierra, y para guardaros con vida mediante una gran liberación. Ahora pues, no fuisteis vosotros los que me enviasteis aquí, sino Dios; y El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto” (Gén. 45:7, 8).
JOB
Job vivió en la tierra de Uz, él era un hombre con una gran familia y con mucha riqueza. Pero sobre todo él fue descrito por Dios como «intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal». Pero Dios permitió que, en tan solo un día, Satanás le quitará a Job absolutamente todo lo que tenía –incluso sus hijos– (Job 1). Pero eso no fue todo, después Job perdió también su salud; él fue herido con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla (Job 2). Después de cierto tiempo, Job dijo: “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven”. Dios restauró el bienestar de Job y aumentó al doble todo lo que éste había poseído (Job 42).
JESÚS
Jesús es Dios hecho hombre. Y a diferencia de José, Job y todos nosotros; Jesús fue el único que nunca pecó y siempre hizo lo bueno delante de Dios. Sin embargo, Jesús sufrió como el más vil pecador: Él fue desechado por los hombres y experimentado en aflicción; Él fue quebrantado en la cruz del calvario hasta que allí murió (Is. 53). Romanos 4:25 dice acerca de Jesucristo: “el cual fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación”.
CONCLUSIÓN
¿Dónde está Dios cuando la aflicción fuerza nuestra puerta? Dios está sentado en Su trono, dirigiendo con perfecta sabiduría hasta el más mínimo detalle, para Su gloria y tu beneficio. Así que, por más difícil que sea la aflicción por la que estás pasando, confía en Él.