En Hebreos 3:7-15 se nos presenta, lo que yo he llamado, “la enfermedad más terrible del corazón”. Y cuando digo “corazón” no me refiero al órgano que bombea sangre, sino a esa parte interna de la persona que piensa, siente y motiva cada acción. Por lo tanto, esa terrible enfermedad a la cual me refiero no es la hipertensión, ni arritmias, ni una insuficiencia cardíaca ni un infarto.
La enfermedad más terrible del corazón es el endurecimiento del corazón que lleva a la persona a apartarse del Dios vivo: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (vv. 12, 13).
Ahora, a pesar de cuán terrible es esa enfermedad, Dios bondadosamente nos ha provisto de un remedio. ¿Cuál piensas que es ese remedio? ¿Leer más la Biblia? ¿Orar más? Lo anteriormente mencionado es importante, pero –según el versículo 13– el remedio contra esta enfermedad del corazón se prescribe con las siguientes palabras: “antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado”.
Según este versículo, el remedio contra el endurecimiento por el engaño del pecado es la exhortación los unos a los otros. “Exhortar” significa literalmente parase cerca, al lado del otro, para hacerle un llamamiento. Y exhortase incluye hablar o instruir con la Palabra de Dios, animarse a continuar haciendo el bien, amonestarse por algún pecado, rogarse, consolarse unos a otros en medio del dolor, etc.
Nótese que no se dice que ésta es una labor únicamente de los pastores, sino de «los unos a los otros». Tú debes exhortar bíblicamente a tu hermano y tú debes ser exhortado bíblicamente por tu hermano –sin importar si es el pastor, el diacono, el maestro de escuela dominical, el líder de adoración, el que toca algún instrumento musical o la hermana que limpia–. El único requisito aquí es que se tenga al Espíritu Santo en el corazón y la Biblia debajo del brazo. Dicho de otra manera, quien exhorta debe ser un cristiano guiado por el Espíritu Santo que hable de acuerdo a la Palabra de Dios.
Así que, toma en serio el deber y el privilegio que tienes de exhortar y ser exhortado. En tu interacción con tus hermanos puede faltar cuáles son los colores de temporada, quién ganó el partido de ayer, en qué nivel del video juego estás; pero lo que no debe faltar es la exhortación. Habla, instruye, anima, amonesta, ruega, consuela.
Paul Tripp dice: “Mientras que el pecado more en nosotros, habrá algunos aspectos de ceguera espiritual en todos nosotros… El pasaje está diciendo básicamente que todos nosotros necesitamos ayuda hasta que estemos en casa con el Señor, todos nosotros sufriremos de algún grado de ceguera espiritual. Y, a diferencia de las personas ciegas físicamente, las personas ciegas espiritualmente son regularmente ciegas a su ceguera”. ¡Nos necesitamos unos a otros!
Al mismo tiempo, toma en serio el deber y el privilegio que tienes de congregarte junto a tu iglesia local. Es cierto que el versículo dice que la exhortación debe ser «cada día», y aunque eso significa más que los domingos, sin duda alguna no significa nada menos. Y según Hebreos 10:25, la exhortación comienza en el contexto de cristianos congregados como iglesia1.
Es en la iglesia, y no en un club, en donde tú vas a encontrar a cristianos que exhortar y a cristianos que te exhorten. Hay muchos cristianos que no ven ningún problema en no asistir regularmente a la iglesia; pero según lo que hemos visto, aquel que profesa ser cristiano, pero no asiste regularmente a la iglesia corre un gran peligro; ya que es en el contexto de la iglesia en donde se previene el endurecimiento del corazón y el apartarse de Dios, por medio de la exhortación.
1 Reconozco que este artículo ha sido publicado en medio de una pandemia. Y que por obediencia a las autoridades y por amor al prójimo muchas iglesias no se están congregando físicamente. Y las redes sociales no son un sustituto del congregarse como iglesia. Pero les animo a ver las redes sociales como un regalo de Dios para Su iglesia, que debe ser usado para no dejar de exhortarnos unos a otros incluso cuando hay razones justificadas para no congregarse físicamente.
Tomé todo este estudio, para una persona que está hospitalizado por enfermedad del corazón, se lo voy a compartir, para que de verdad tome enserio seguir a un Dios vivo.
Orando por eso.