He decidido seguir a Cristo es un himno cristiano originado en la India. Sus letras están basadas en las últimas palabras de un hombre en Assan (nordeste de la India), quien junto a su familia –por la predicación de un misionero– fueron a Jesucristo con arrepentimiento y confiando en Él como Salvador y Señor (se convirtieron a Dios). Cuando el jefe de la aldea se enteró de esto, llamó al hombre que se había convertido, junto a su familia, a renunciar a su fe; si no, él y su familia morirían. La respuesta de aquel hombre creyente fue comenzar a cantar: “He decidido seguir a Cristo”. Entonces el jefe de la aldea ordenó a sus arqueros que mataran a los dos hijos del hombre creyente y después [el jefe de la aldea] amenazó con matar a la esposa de aquel creyente. Aquel hombre creyente, aun después de haber perdido a sus dos hijos y estando a punto de perder a su esposa, continuo cantando: “Aun nadie uniéndose, yo seguiré”. Después de eso, los arqueros mataron también a la esposa de aquel creyente. Finalmente, el jefe de la aldea le había dado una última oportunidad para que aquel hombre creyente salvara su vida física al renunciar a su fe; pero éste no renunció a su fe, sino que prosiguió cantando: “La cruz delante, el mundo atrás” –y así fue ejecutado. La historia dice que después de un tiempo, el jefe de la aldea dijo –considerando la fe del hombre creyente: “¡Yo también pertenezco a Jesucristo!”. Así él y toda la aldea se convirtieron a Dios. Continuar leyendo He decidido seguir a Cristo.
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A Cristo crucificado.
No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me mueves, Señor!, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiese infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
porque, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Anónimo del siglo XVI
PSC11: Un Siervo para Su Gloria.
C. J. MAHANEY: “UN CLAMOR DESDE LA CRUZ”.
DAVE HARVEY: “EL CONTENTAMIENTO DEL SIERVO”.
JEFF PURSWELL: “UN SIERVO DE SU PALABRA”.
Puede ver todas las sesiones de esta conferencia aquí: https://www.youtube.com/playlist?list=PLF82AD583E5417BB4
Una obra del Espíritu Santo.
Hoy, después de la muerte de Jesús –hace alrededor 2000 años, las personas del tiempo en que Jesús vivió físicamente sobre esta tierra son acusadas, por muchos, como bárbaras (personas crueles, groseras, brutas), necias y ciegas; pues no conocieron a Jesús como el Hijo de Dios, no lo recibieron, sino que lo clavaron a una cruz y lo mataron. Ahora, y sin justificar las acciones de los impíos que clavaron a Jesús en una cruz, es muy fácil apuntar nuestros dedos acusadores hacia ellos, pero hoy en día también hay muchas personas que no conocen a Jesús como su salvador personal, que lo rechazan al rehusar creer en El.
Sin negar que la exposición de la Palabra de Dios es el medio exterior utilizado por Dios para salvar a una persona (Lc. 16:29-31; 2 Ts. 2:14; 2 Tim. 3:15), no es menos cierto que el Espíritu Santo tiene que obrar en el interior de una persona, llamándola eficazmente a que ir a Jesús con arrepentimiento y fe (Jn. 3:5,6; 2 Cor. 3:3,6). Si el Espíritu Santo no obra en los hombres, hoy estos clamarían a gran voz las mismas palabras que las multitudes de ayer clamaron contra Jesús: «¡Crucifíquenlo, crucifíquenlo!«.