¿Cómo Dios me hizo invencible en un mundo de terror?

Después de que Dios terminó de crear el mundo, esta fue la evaluación que Él mismo hizo: “bueno en gran manera”. Sin embargo, con la entrada del pecado, el mundo se ha transformado en un lugar de terror.

Hoy entré a la versión digital del periódico dominicano Diario Libre, y estas fueron algunas de las noticias que encontré en su portada:

  • 724 mil personas sin agua potable y 700 viviendas afectadas por lluvias en RD; siguen las alertas.
  • Jhon Kohr Reyes llegó muerto al hospital luego de ser detenido por policías en un operativo.
  • Hombre muere tras ser atropellado en San Pedro de Macorís; conductor se da a la fuga.
  • Niños, vecinos y un perro fueron testigos: así la policía mató a un joven en Herrera.

Sentí entonces la necesidad de saber si solo mi país era escenario de tanto terror. Así que visité el portal de CNN en Español, y me encontré con lo siguiente:

  • Encuentran cuerpos de 13 trabajadores de mina en Perú reportados como secuestrados.
  • Hamas ejecuta a palestinos por saquear en Gaza.
  • Alerta epidemiológica en Ecuador por brotes de tos ferina y fiebre amarilla activa medidas de contingencia.
  • El volcán Kilauea de Hawai entra en erupción con un patrón poco habitual en casi 40 años.

La conclusión es ineludible: este mundo se ha convertido en un lugar de terror. Aun así, me niego a ser dominado por el pánico. Y empiezo a recordar las formas en que Dios me ha hecho invencible —no solo a mí, sino a todo cristiano—:

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Lo más efectivo contra el coronavirus.

El Covid-19 es una enfermedad infecciosa causada por SARS-CoV-2, que es uno de los virus de la amplia familia de los Coronavirus (CoV). La enfermedad del coronavirus se reportó por primera vez en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan (China). Y para el momento en el que estoy escribiendo este breve artículo se han confirmado 181,305 casos de Covid-19 y 7,116 muertes alrededor del mundo debido a esta enfermedad.

La enfermedad produce síntomas similares a la gripe, algunos de ellos son: fiebre, tos y dificultad para respirar. Y su mortalidad promedio es de un 3%.

Entre las medidas a tomar para evitar esta enfermedad están: evita tocar objetos que están en público o desinfecta sus superficies; evita tocar tus ojos, nariz o boca; lava tus manos con jabón por alrededor de 20 segundos; mantén la distancia de personas con síntomas de la gripe; si tú toses o estornudas, cúbrete la boca con el codo flexionado o con un pañuelo.

Ahora quiero compartir lo más efectivo contra la enfermedad del coronavirus. Esto es algo que la OMS (Organización Mundial de la Salud) no te dirá:

“Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmos 127:1).

La guardia (atalaya, centinelas) eran personas colocadas en la parte más alta del muro de la ciudad con la misión de advertir a sus habitantes sobre la llegada de un enemigo o informarles sobre la llegada de un mensajero. Debido a que el destino de la ciudad dependía de la guardia, ésta no podía dormirse en su labor.

Ahora, nótese como el escritor de este salmo (Salomón) dice que si Dios no guarda la ciudad, es en vano todo lo que haga la guardia. En otras palabras, tener la mejor guardia sin tener a Dios es como no tener nada. El mensaje que Salomón (inspirado por Dios) quiere que recibamos es que, en última instancia, Dios es quien protege y todos nosotros dependemos de Él.

Se están tomando muchas medidas alrededor del mundo para evitar la propagación de Covid-19; pero, sin Dios, todas esas medidas van a fracasar. ¿Por qué? Porque la protección de Dios es lo más efectivo contra el coronavirus. Eso no quiere decir que vamos a ignorar las medidas sugeridas por las autoridades pertinentes. Sí vamos a hacer caso, porque el Dios que obra por encima de los medios es también quien generalmente obra a través de ellos. Dios puede –y generalmente lo hace así– estar detrás de esas medidas que tomamos prosperándolas.

Así que, oremos para que Dios proteja a nuestra nación y a nosotros como individuos de esta enfermedad, tomemos las medias necesarias y confiemos en Dios como nuestro protector último.