Hace un tiempo una compañera publicó en su red social una imagen que se burlaba de la “lógica” cristiana: en la izquierda había alguien que mato, violó, robó, pero se arrepintió un día antes de morir y se fue al cielo; en la derecha había alguien honesto, buena persona, que hacía obras de caridad, pero que no creía en religiones y se fue al infierno. Eso es lo que piensan muchas personas del cristianismo. Ahora, veamos dos razones por las cuales el cristianismo no es una religión injusta:
NO HAY BUENAS PERSONAS
Lo primero que hay que entender es que no hay buenas personas. Eso no quiere decir que las personas no pueden hacer cosas buenas, sí pueden (Mt. 7:11). Pero por sí mismas, aparte de la gracia de Dios, no pueden hacer nada bueno; además, lo bueno que hacen no es lo suficientemente bueno como para ganarse el cielo (Is. 64:6).
Tal vez tú nunca hayas matado a alguien; pero si te has enojado desmedidamente contra alguien, Jesús te dice que eres «reo del infierno de fuego» (Mt. 5:22). Tal vez tú nunca te hayas acostado con una mujer que no es tu esposa; pero si has mirado y codiciado a una mujer que no es tu esposa, Jesús te dice que ya «has cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt. 5:28).
La Biblia dice claramente que «no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (Ro. 3:10-12). Aparte de Jesucristo, nadie ha sido capaz de permanecer «en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas» (Gl. 3:10).
LA SALVACIÓN ES COSTOSA
Lo segundo que hay que entender es que la salvación1 que se le otorga a todo pecador que se arrepiente sinceramente de todos sus pecados y confía en Jesucristo como Salvador y Señor es muy costosa. Esa salvación es gratis para nosotros, pero fue muy costosa para Dios.
Cuando Dios le dice al pecador “te perdono”, Él no está ignorando el pecado; más bien, Él no está haciendo que el pecador pague por su pecado debido a que la sangre de Jesucristo satisfizo las demandas de un Dios justo (Ro. 3:25).
Dicho de otra manera, «Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados» debido a que «al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Co. 5:19, 21. NVI). Jesucristo fue burlado, escupido, golpeado, clavado en una cruz, abandonado en ira por Dios Padre para que nosotros podamos ser salvos.
1 No debemos olvidar que en la salvación que Jesucristo otorga no sólo se perdonan los pecados; también se capacita al pecador para que progresivamente «negando la impiedad y los deseos mundanos, [viva] en este mundo sobria, justa y piadosamente» (Tito 2:12).