¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo?

Para responder a esta pregunta hemos de ir a la Palabra de Dios y ver desde allí qué caracteriza al Espíritu Santo o cómo luce una persona donde habita el Espíritu Santo. Comencemos con Efesios 5:18, que dice: “Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu”. Aquí encontramos un mandato negativo: “no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución” –no se emborrachen con vino, el cual llevará al desenfreno; también encontramos un mandato positivo: “sed llenos del Espíritu”.

¿Qué significa ser llenos del Espíritu? Antes de responder, debemos recordar:

  • Que en esta carta, el apóstol Pablo se dirigió «a los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús» (Ef. 1:1); así que esto no es un llamamiento a convertirse en cristianos –¡ya ellos lo eran!
  • Que el Espíritu Santo no es como un líquido que se arroja dentro de un vaso, el Espíritu Santo es la tercera persona de la trinidad.
  • Que la persona del Espíritu Santo mora completamente en todo creyente, no por partes. Jesús dijo en Juan 14:16 –refiriéndose al Espíritu Santo: “Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre”; y el apóstol Pablo (inspirado por Dios) dijo: “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de El” (Ro. 8:9).

Ahora, respondamos la pregunta (¿qué significa ser llenos del Espíritu Santo?). Ser llenos del Espíritu Santo significa vivir –de manera constante y progresiva– bajo la influencia, guía, dominio, control del Espíritu Santo. Vemos este control del Espíritu perfectamente en Jesús: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto” (Lc. 4:1); y sobre la iglesia primitiva: “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse” (Hch. 2:4). Sigue leyendo ¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo?

¿Qué es el pecado?

Somos pecadores por naturaleza, lo quiere decir que el pecado es el estado de rebeldía del corazón hacia Dios. Leemos en Isaías 53:6a: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino”; y en Efesios 2:3: “todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente”.

Pero tambien somos pecadores en la práctica, lo quiere decir que el pecado es hacer aquello que Dios nos manda que no hagamos (i. e. Pecado de comisión: 1 Juan 3:4b) o no hacer aquello que Dios nos manda que hagamos (i. e. Pecado de omisión: Santiago 4:17).

Y como consecuencia del pecado, toda persona sin la gracia que hay en Jesús:

  • Está muerta espiritualmente (Efesios 2:1).
  • Está bajo esclavitud (Tito 3:3; Juan 8:34).
  • Está en enemistad con Dios (2 Corintios 5:18-20).
  • Está bajo la ira de Dios (Salmos 7:11; Efesios 2:3).
  • Estará separado de Dios en el infierno (Mateo 7:23; 13:41, 42).

Pero la buena noticia es que Jesús salva del pecado y de sus consecuencias a todo aquel que se arrepiente y confía en Él: “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

¿Qué significa «amén»?

El término “amén” viene del hebreo amen. Este término, con respecto a Dios, es traducido como «fiel»: “Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos” (Dt. 7:9); también en Isaías 49:7 y 65:16. Y ya que Dios es fiel, toda palabra que procede de El también lo es: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Sal. 19:7, RVR1960; véase también Isaías 55:3). En el Nuevo Testamento, Jesús usa frecuentemente amen, traducido como ‘de cierto’ (Mt. 16:21; Mc. 9:1; Jn. 1:51) o ‘en verdad’ –que es el caso en Lucas 9:27. También amen es relacionado con Jesús (2 Corintios 1:20) y a Él mismo se le llama «el Amén» (Ap. 3:14). Así que, «amén» [con respecto a Dios] hace referencia a la fidelidad y veracidad de Su persona y Su Palabra.

El pueblo de Israel utilizó amen como asentimiento y aceptación, ya sea, a un juramento, a un anuncio o a una profecía –con consecuencias positivas o negativas (1 R. 1:36; Neh. 5:13; Jer. 11:5). También se utilizó al final de las alabanzas rendidas a Dios (1 Cr. 16:36; Sal. 41:13; 106:48). En el Nuevo Testamento, la iglesia primitiva también utilizó el término al final de las oraciones y de las alabanzas rendidas a Dios (1 Corintios 14:16; Efesios 3:21), tal como se hace en el cielo según Apocalipsis 5:14. Teniendo en mente Apocalipsis 22:20, que dice: “El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús”; “amén” significa «así sea», expresando así un anhelo o fuerte deseo de que se haga tal como Dios ha dicho.