Le pondrá por nombre Emanuel.

La adoración de los pastores.

Entre las muchas profecías acerca del Mesías prometido por Dios a través de los profetas del Antiguo Testamento, se encuentra la siguiente: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Isaías 7:14). Siglos después, Mateo (inspirado por Dios) relató el cumplimiento de está profecía. La virgen era María (Mt. 1:28) y su hijo primogénito (i.e. Jesús) es Emmanuel. Mateo 1:21-23 dice: “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo: HE AQUI, LA VIRGEN CONCEBIRA Y DARA A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRAN POR NOMBRE EMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS”.

Aunque es sorprendente que una virgen, quien no había tendido relaciones sexuales, concibiera y diera a luz un hijo; más sorprendente es a quien esta virgen concibió y dio a luz. Como el nombre “Jesús” hace referencia a Su persona y Su oficio, así también el nombre “Emmanuel”. Mateo nos da el significado de “Emmanuel”: “DIOS CON NOSOTROS”. No hay otra persona, aparte de Jesús, a quien le quede mejor este nombre; porque sólo Jesús es realmente lo que este nombre significa.

Al decir que Jesús es “Emmanuel” se quiere significar, en primer lugar, que Jesús es Dios mismo en esencia. Esto es glorioso. El Dios que trasciende los cielos y la tierra, quien desde la eternidad es; el Dios auto-suficiente; la Causa no causada de todo lo que existe; el Creador y Sustentador de todo el universo; El fin para el cual todo existe, por lo tanto, toda la creación a Él solo debe darle la gloria; este es Jesús. Continuar leyendo Le pondrá por nombre Emanuel.

Oíd un son en alta esfera.

Oíd un son en alta esfera:
“¡En los cielos gloria a Dios!
¡Al mortal paz en la tierra!”
canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos,
al eterno Rey cantemos,
A Jesús que es nuestro bien,
con el coro de Belén;

Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.

El Señor de los señores,
el Ungido celestial,
Por salvar a pecadores
toma forma corporal.
¡Gloria al Verbo encarnado,
en humanidad velado!
¡Gloria a nuestro Redentor,
a Jesús, Rey y Señor!

Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.

Príncipe de paz eterna,
gloria a ti, Señor Jesús;
Con tu vida y con tu muerte,
nos ofreces vida y luz.
Has tu majestad dejado,
a buscarnos te has dignado;
Para darnos el vivir,
A la cruz fuiste a morir.

Canta la celeste voz:
“¡En los cielos gloria a Dios!”.

Letra: Charles Wesley, 1739, adapt. George Whitefield, 1753, trad. Federico Fliedner. Música: Felix Mendelssohn, 1840, arreg. William H. Cummings, 1856.

Problemas del evangelio de la prosperidad: no es tan bueno.

El evangelio de la prosperidad puede parecer –para muchos– algo bueno, excelente; pero al compararlo con el evangelio verdadero, el evangelio de Jesucristo, nos damos cuenta de que el evangelio de Jesucristo tiene más peso, el evangelio de Jesucristo es muchísimo mejor. En comparación con el evangelio de Jesucristo, el evangelio de la prosperidad no es lo suficientemente bueno.

Consideremos nuevamente Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). Nótese que Pablo bendice a Aquel (i.e. Dios Padre) que ya había bendecido tanto a él (Pablo) como a todo creyente («Bendito sea el Dios… que nos ha bendecido»). Nosotros bendecimos a Dios no para que nos bendiga, sino porque Él ya nos ha bendecido. ¿Gracias a quién hemos sido bendecidos? Gracias a Cristo, en quien nuestra vida está escondida. ¿Cómo se describe toda esta bendición? Espiritual en los lugares celestiales. Dentro de toda esta bendición espiritual se encuentra nuestra elección (v. 4a), nuestra completa santificación (v. 4b), nuestra predestinación en amor y adopción (v. 5), nuestra aceptación ante Él (v. 6), nuestra redención (v. 7a), el perdón de nuestros pecados (v. 7b) y el Espíritu Santo habitando en nosotros (v. 13), que garantiza «una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos» (v. 14; cf. 1 P. 1:4). ¡Es con toda esta bendición espiritual y celestial que hemos sido bendecidos!

¿Te das cuenta por qué el evangelio de la prosperidad no se compara con el evangelio verdadero de Jesucristo? No hay nada mejor que ser adoptados como hijos de Dios; no hay nada mejor que ser aceptos, por Jesucristo, ante Dios; no hay nada mejor que la tercera persona de la trinidad (i.e. Espíritu Santo) habitando en nosotros. Lo celestial y eterno siempre es mejor que lo terrenal y temporal; lo que no se deteriora ni se agota siempre es mejor que lo que se deteriora y se agota; lo incorruptible siempre es mejor que lo corruptible.

Así que, cristiano, alégrate y bendice a Dios. Porque aunque ahora no tengas salud física, tú tienes la salud de tu alma (salvación); aunque ahora no tengas paz externa, tú has sido reconciliado con Dios por medio de Jesucristo (2 Co. 5:19); aunque seas pobre, eres rico espiritualmente (Ap. 2:9) –pobre mendigo es todo aquel que poseyendo todo en este mundo, no ha sido bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo!

1ra parte; 2da parte

Problemas del evangelio de la prosperidad: no es bíblico.

El supuesto “evangelio” de la prosperidad proclama que Jesús, mientras caminó sobre esta tierra, fue un hombre rico y que Sus seguidores también deben serlo; proclama, también, que el deseo de Dios es que todos los Suyos disfruten de paz externa ininterrumpida, salud inquebrantable, etc. Dije supuesto “evangelio” porque el apóstol Pablo (inspirado por Dios) dejó claro en Gálatas 1:7 que sólo hay un evangelio –las buenas nuevas en Jesucristo: “No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (RVR1960); y también pronunció una fuerte maldición sobre cualquiera que anunciare otro evangelio: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema” (v. 8).

Ahora, ¿cuáles son los problemas del evangelio de la prosperidad? El primer problema es que no es bíblico. Dios no ha prometido que los Suyos tendrán una salud inquebrantable, puede que a muchos Él les repita las mismas palabras que le dijo al apóstol: “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). Dios no ha prometido que los Suyos disfrutaran de paz externa ininterrumpida, Jesucristo dijo a Sus discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación”, pero agrego, “confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Dios no ha prometido que los Suyos serán ricos, Jesucristo dijo de sí mismo: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Mt. 8:20).

Sí, es cierto que nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre; para que nosotros fuésemos enriquecidos (2 Co. 8:9). Pero, esas riquezas no son relojes Rolex, no son un Bugatti y un Mercedes-Benz, no son las últimas tabletas del mercado; más bien, son riquezas espirituales. El evangelio de la prosperidad dice algo como esto: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te bendecirá con toda bendición terrenal –si le ofrendas”. Sin embargo, el evangelio verdadero, el evangelio de Jesucristo dice lo siguiente: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).

1ra parte; 2da parte