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Obediencia por Su EspĂritu.
Una de las lĂneas de la Ăşltima estrofa de Mi vida es Cristo [All I have is Christ], en su letra original, dice: “La fuerza para obedecer tus mandamientos / nunca podrĂa venir de mĂ”. Y la traducciĂłn oficial al español de esa misma lĂnea dice: “Tus mandamientos seguirĂ© / por tu poder en mĂ”. AllĂ hay dos verdades no contradictorias, sino complementarias.
En Ezequiel 36 Dios le recuerda a Israel la conducta y obra pecaminosa de Ă©sta. Él les dice que la conducta de ellos fue impura al ellos abandonar a Dios y abrazar distintos Ădolos. Dios tambiĂ©n les dice que fue debido a eso que Él derramĂł Su furor sobre ellos y los esparciĂł entre las naciones (vv. 16-19).
Dios, entonces, se propone vindicar la santidad de Su santo nombre que habĂa sido profanado (v. 23). ÂżCĂłmo Él vindicarĂa Su santo nombre? Recogiendo Su pueblo de todas las naciones, llevándolos a su propia tierra, limpiándolos de sus inmundicias y haciendo que ellos cumplan Sus ordenanzas (vv. 24-32).
En Ezequiel 36:27 Dios promete lo siguiente: “PondrĂ© dentro de vosotros mi espĂritu y harĂ© que andĂ©is en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”. Dios sabe que dejados a nuestras propias fuerzas nunca vamos a poder obedecer Sus mandamientos. ÂżQuĂ© hace Dios, entonces, para asegurarse de que le obedezcamos? Él pone en nosotros Su EspĂritu; quien no sĂłlo nos inclina a Sus mandamientos, sino que tambiĂ©n nos da el poder para obedecerlos.
Ezequiel está hablando exactamente lo mismo que JeremĂas comienza a hablar en el capĂtulo 31, el nuevo pacto. Nuevo pacto que fue ratificado por la sangre derramada de JesĂşs, quien les dijo a Sus discĂpulos: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos” (Mc. 14:24). Y nuevo pacto del cual tĂş y yo somos beneficiarios si hemos confiado en JesĂşs. Porque tal como nos enseñó el apĂłstol Pablo: “los que son de fe, estos son hijos de Abraham” (Gál. 3:7).
Si tĂş eres cristiano, Dios ha puesto Su EspĂritu Santo dentro de ti. ÂżPara quĂ©? Para que puedas obedecer Sus mandamientos. AsĂ que, cuando seas tentado a pecar y pienses que no puedes hacer otra cosa que no sea pecar, recuerda que el EspĂritu Santo está dentro de ti y no peques. En medio de la tentaciĂłn puedes cantar: “Tus mandamientos seguirĂ© / por tu poder en mĂ”.
ÂżNo es eso asombroso? La tercera persona de la trinidad mora dentro de ti. Y ahora se te ha dado la capacidad para hacer eso –obedecer los mandamientos de Dios– que no podrĂas hacer en tus propias fuerzas. Eso es gracia.
¿Dónde está construida tu casa?
En Mateo 7, JesĂşs habla acerca de un hombre prudente que construye su casa sobre la roca. La roca o el fundamento es la Palabra de JesĂşs y el hombre prudente es el cristiano verdadero, el cristiano obediente.
Sermones de la serie: ¿Cómo identificar a un falso profeta? | No es lo que dices, sino lo que haces. | ¿Dónde está construida tu casa?
ÂżCĂłmo puedo saber si amo a JesĂşs?
La importancia de algo es evidente por el número de veces que se repite. Cuando le repetimos varias veces una misma cosa a alguien, esperamos que no lo olvide, porque es importante. En Juan 14 encontramos una verdad que Jesús repite varias veces: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (v. 15); otra vez: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” (v. 21); y otra vez: “Si alguno me ama, guardará mi palabra” (v. 23); y una vez más, ahora de forma negativa: “El que no me ama, no guarda mis palabras” (v. 24).
Guardar los mandamientos o las palabras de Jesús no es tener una Biblia o conocerla, nótese que Jesús dijo «el que tiene mis mandamientos y los guarda». Guardar los mandamientos de Jesús es más que conocerlos; es obedecer los mandamientos de Jesús, seguir Sus palabras.
Por el resto de la Biblia sabemos que el amor a Dios no es Ăşnicamente una obediencia externa (sin afecto). Pero este pasaje nos dice algo que no es menos cierto: el amor a Dios no es Ăşnicamente un afecto interno (sin obediencia). El amor a Dios no es afecto o obediencia. El amor a Dios implica afecto y obediencia.
Hay una estrecha relaciĂłn entre tener afecto por JesĂşs y obedecer las palabras de JesĂşs. Y la importante verdad que JesĂşs no quiere que olvidemos es que si tenemos un afecto real por Él, entonces Ă©ste se evidenciará en una obediencia a Sus palabras. Alguien dijo que insistir en que amamos a JesĂşs cuando desobedecemos Sus mandamientos es un auto-engaño. Obedecer Sus mandamientos tiene más peso que decir “¡Te amo, JesĂşs!”, más que “sentir mariposas en el estĂłmago”, más que levantar las manos al cantar. Y tal cosa no deberĂa extrañarnos ya que cuando amamos a alguien buscamos hacer todo lo que agrada a esa persona.
Asà que, ¿cómo puedo manifestar mi amor por Jesús? Guardando Sus mandamientos. ¿Cómo sé que mi afecto por Jesús es real? Guardando Sus mandamientos.
ÂżPor quĂ© aun despuĂ©s de convertirnos en cristianos muchas veces desobedecemos Sus mandamientos? Porque –todavĂa– no siempre amamos a JesĂşs tanto como Él merece ser amado. Pero pidámosle perdĂłn confiadamente cada vez que pequemos y recibiremos Su perdĂłn. Y esa es una faceta de Su belleza, que al ser contemplada hace que amemos más a JesĂşs.