La propiciación.

Propiciación
«Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados» (Isaías 53:5. LBLA).

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Imagen original por Chris Powers. Versículo añadido por Misael Susaña.

Gloria a Dios, paz a los hombres.

La noche en la cual Jesús nació, un grupo de pastores de ovejas presenciaron una multitud de ángeles que alababan a Dios con las siguientes palabras: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace” (Lucas 2:14). El nacimiento de Jesús significó «gloria a Dios» y «paz entre los hombres en quienes Él se complace». Ningún otro evento hizo realidad ambas cosas al mismo tiempo.

La venida del Hijo de Dios (Jesús) al mundo dio gloria a Dios o demostró las virtudes de Dios como nunca antes. Atributos como la sabiduría, la justicia y la bondad de Dios se demostraron al Jesús vivir la vida en perfecta obediencia a la ley de Dios –que nosotros no vivimos–, al sufrir la muerte como castigo por el pecado –para que nosotros no tengamos que sufrirla– y al resucitar como evidencia de que el pago efectuado fue recibido.

La venida del Hijo de Dios (Jesús) al mundo también dio paz a los hombres en quienes Dios se complace, a los Suyos, a los que se arrepienten y creen. Debido al pecado de los hombres, existe una separación entre los hombres y Dios. Pero Jesús vino a hacer que el hombre esté bien con Dios, a crear una relación armoniosa (sin conflicto) entre Dios y el hombre. Y eso Él lo hizo al tomar el castigo que nosotros merecíamos y darnos la paz que Él obtuvo.

La gloria es de Dios porque Él es el autor de esta gran salvación y el beneficio es del hombre porque él es el receptor de esta gran salvación:

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace”.

¡No es mi presidente!

ProtestaDespués de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales de los Estados Unidos el pasado 8 de noviembre, se han reportado protestas en varias ciudades de ese país. Miles de personas han salido a las calles, diciendo que no quieren a Trump como su presidente. Ahora, quiero dirigir su atención a algo que es más importante que lo que está pasando en los Estados Unidos.

NO PROSPERARÁN

Dios es el rey de todo el universo, Él lo creó y tiene derecho sobre toda Su creación. Pero todos los hombres (varón y hembra), en todo lugar, se han rebelado contra Dios diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc. 19:14). Desde un corazón rebelde no se han interesado en Dios ni Su ley; sino que han hecho lo que Él no quiere que se haga y no han hecho lo que Él sí quiere que se haga. Continuar leyendo ¡No es mi presidente!

¿Por qué es importante leer la Biblia? [II]

Consideremos algunas razones, a partir del Salmo 119, de por qué es importante leer la Biblia:

  • Porque es feliz aquel que obedece la Biblia: “¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan!” (v. 2).
  • Porque la Biblia nos previene de pecar contra Dios: “En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti” (v. 11). ¿Cómo haremos lo que nuestro Dios manda si primero no conocemos Su mandamiento? ¿Cómo no haremos lo que nuestro Dios nos prohíbe si primero no conocemos Su prohibición?
  • Porque la Biblia es maravillosa –más que todo libro escrito y que se escribirá–: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (v. 18).
  • Porque la Biblia es el instrumento de Dios para salvar: “Venga también a mí tu misericordia, oh Señor, tu salvación, conforme a tu palabra” (v. 41). En la Biblia se encuentra el evangelio de Jesucristo por el cual son salvados los que creen.
  • Porque la Biblia nos alienta en momentos de aflicción: “Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado” (v. 50; véanse también vv. 25, 28). Por ejemplo, la Biblia está llena de “no temas” y de promesas de bien para los que pertenecen a Dios.
  • Porque en la Biblia Dios mismo se ha revelado: “Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos” (v. 68; véase también v. 137). El Dios personal –más importante que el presidente de nuestra república, que el presidente de Estados Unidos y que el rey de España– se ha dado a conocer. Y nosotros, que hemos sido hechos Su pueblo, hemos de conocerle más y más.
  • Porque la Biblia es eterna: “Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos” (v. 89).
  • Porque la Biblia nos advierte: “Mi carne se estremece por temor a ti, y de tus juicios tengo miedo” (v. 120). Debemos atender a y agradecer por las advertencias en la Biblia tanto como lo hacemos con las promesas de bien; ya que éstas (las advertencias) tienen el propósito de que nos apartemos del pecado.
  • Porque la Biblia es fuente de sabiduría –no la que es según el mundo, sino la que es según Dios–: “La exposición de tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos” (v. 130; véanse también vv. 66, 98-100).
  • Porque Dios, en Su gracia, recompensa a quienes guardan Su Palabra: “Mira mi aflicción y líbrame, porque no me olvido de tu ley” (v. 153).
  • Porque la Biblia es verdadera y justa: “La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna” (v. 160; véanse también vv. 62, 86a). En un mundo donde abunda la mentira y donde “la justicia” se corrompe, la Biblia es verdad y justicia.
  • Porque la Biblia nos da paz: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar” (v. 165).

Si no leemos la Biblia –y meditamos en ésta y la obedecemos–, perdemos todos estos beneficios.

1ra parte; 2da parte