El ruego del Rey.

Un ruego no es lo mismo que un mero llamamiento. Un ruego va más allá que una mera petición. No sé a ti, pero el término “ruego” trae a mi mente: fuerte deseo desde lo más profundo del ser, súplica repetitiva, voz quebrada e incluso, en ocasiones, lágrimas. Nos resulta raro que aquellos que están supuestos a mandar, rueguen. Es por todo eso que a muchos predicadores del evangelio les resulta difícil la idea de rogar a los pecadores y, más aun, la idea de Dios rogándole a los pecadores:

“Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!” (2 Corintios 5:20).

¿Cómo es posible que el Rey del universo le ruegue a simples criaturas? ¿Cómo es posible que un Dios santo le ruegue a pecadores?

ReyA esos predicadores a quienes esta idea les resulta difícil dicen que 2 Corintios 5:20 es el único pasaje bíblico en el cual se presenta a Dios rogando y que por lo tanto… Pero son interrumpidos por Lucas 15:28, en donde se presenta un padre (que representa a Dios) rogando a su hijo mayor que entrara a la celebración de misericordia. Ellos, entonces, van rápidamente al griego para confirmar su temor: “Así que, somos embajadores en nombre del Mesías, como si Dios rogara [llamamiento cerca y personal] por medio de nosotros: ¡Rogamos [desear, anhelar] en nombre del Mesías, reconciliaos con Dios!” (2 Co. 5:20. Biblia textual). Ellos, entonces, dicen que quien ruega aquí no es Dios, sino nosotros. Pero el versículo dice que somos embajadores de Cristo; un embajador representa al rey en el lugar donde está y transmite el mensaje del rey tal como éste lo ha pronunciado. Continuar leyendo El ruego del Rey.

El Pade pródigo.

En esta parábola Jesús presenta a un hijo menor siendo pródigo al disipar, malgastar, desperdiciar todo lo que tenía; pero su padre fue más pródigo aún al dar sobreabundantemente a quien no lo merecía. Este padre también muestra su bondad a su hijo mayor, el cual no está tan bien como parece.

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De no haber sido por tu amor, aún huiría de ti.

El apóstol Pablo, en Romanos 3:10-18, pronuncia una serie de malas noticia, dignas de que un diluvio de lágrimas fluyan de nuestros ojos. Entre esas malas noticias se encuentra la siguiente: “NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS” (v. 11b). Esas noticias son muy tristes porque, como dice una canción, todos corren hacía el infierno indiferentes al costo.

Muchos están tan afanados por el aquí y el ahora que no tienen tiempo para Dios. Otros buscan bendiciones materiales de Dios, pero no al Dios de las bendiciones. Y otros buscan a un dios que ellos mismos han creado a su imagen y semejanza. Romanos 3:11 es muy claro: nadie, absolutamente nadie, busca al único Dios verdadero –ni siquiera uno–. Esa es la condición de todo hombre.

“¡Pero, yo sé de algunos que están buscando sinceramente a Dios!” –alguien podría protestar–. Lo que me recuerda una anécdota que escuché una vez acerca de un indio que ve una aspiradora encendida y dice: “mira como el polvo camina hacia la aspiradora” –cuando en verdad es la aspiradora que atrae el polvo hacia sí–.

La buena noticia es que Dios no es como nosotros. Naturalmente no buscamos a los que no nos buscan. Naturalmente no procuramos la paz con nuestro enemigo –¡y mucho menos si fue él quien nos ofendió!–. Pero Dios en Su gracia, en Su bondad, envió a Su Hijo a salvarnos. Jesucristo vino, no tan solo a salvar como si ésta fuera el premio para aquellos que siempre han buscado a Dios. Jesucristo vino a buscar a aquellos que no buscaban a Dios y a salvarlos: “porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).

Si hoy somos salvos, fue porque Él nos salvó. Si hoy le buscamos sinceramente, fue porque Él nos buscó primero. Si hoy le amamos, fue porque Él nos amó primero.

Una excursión apasionante.

Misael Susaña nos invita a acompañarle en una excursión apasionante. “Excursión” porque haremos un recorrido por Isaías 53:4-6. “Apasionante” porque tiene como fin hacer memoria de Jesucristo, estudiar brevemente los sufrimientos que Él experimentó.

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