Por Su obra.

Cuando Jesús fue clavado a la cruz, fue puesto entre dos malhechores; uno a Su derecha y otro a Su izquierda. En Mateo 27:38 se describe a estos malhechores de una forma más particular, allí se nos dice que Jesús fue crucificado entre ladrones.

Uno esos ladrones, con palabras atrevidas e irreverentes le dijo a Jesús: «¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!» (Lc. 23:39). Pero a diferencia de ese ladrón, el otro ladrón expresó palabras de arrepentimiento y confianza en Jesucristo. Éste reprendió a su compañero por su falta de temor a Dios (v. 40), reconoció sus maldades y la inocencia de Jesús (v. 41), y depositó su confianza en el Rey Jesús (v. 42). Mientras muchos miraban a Jesús como uno más clavado sobre una cruz, mientras muchos miraban a Jesús como un loco que estaba a punto de morir (vv. 35-38); uno de los ladrones, por la gracia de Dios, puso sus ojos –con arrepentimientofe– en Jesús como el Mesías Salvador.

Fue hermosa la respuesta de Jesús a la petición del ladrón («acuérdate de mí cuando vengas en tu reino«, v. 42), Jesús dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (v. 43). El ladrón fue salvado y se le prometió la más grande bendición: Estar con Cristo en el paraíso.

¿Qué podemos aprender del arrepentimiento de este malhechor? ¿Qué podemos aprender del perdón y de la promesa de bendición de parte de Jesús para este ladrón que posiblemente murió poco tiempo después? Aprendemos (o confirmamos) lo que Dios nos enseña en Efesios 2:8-9, donde dice: «Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe«. El hombre (hombre y mujer) no es salvo por alguna obra que éste haya hecho, el hombre es salvo por la obra que Él (Jesús) hizo. ¿Cuál fue la obra del malhechor antes de estar clavado a una cruz? Maldades y robos. ¿Cuál fue la obra del malhechor después de estar clavado a una cruz? Ninguna, pues murió allí. Este ladrón no hizo ninguna obra que lo hiciera acepto delante de Dios y aún así Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43; NVI). ¿Por qué? Porque ese ladrón pidió a Jesús y recibió la salvación que Éste (Jesús) gratuitamente ofrece a todo aquel que se arrepiente y cree.

Hermano, Jesús nos dice: “Estarás conmigo en el paraíso, no por alguna obra tuya. Estarás conmigo en el paraíso por mi obra”. Tú y yo no somos salvos por alguna obra que hayamos hecho en el pasado o que haremos en el futuro (Ef. 2:8,9), tampoco permanecemos salvados por [causa de] la obra que hacemos. Somos salvos y nuestra salvación permanecerá firme únicamente por la obra de Jesucristo (Ro. 5:10,11; Heb. 5:9; 10:10; 12:2; 1 P. 1:5).

Una obra del Espíritu Santo.

Hoy, después de la muerte de Jesús –hace alrededor 2000 años, las personas del tiempo en que Jesús vivió físicamente sobre esta tierra son acusadas, por muchos, como bárbaras (personas crueles, groseras, brutas), necias y ciegas; pues no conocieron a Jesús como el Hijo de Dios, no lo recibieron, sino que lo clavaron a una cruz y lo mataron. Ahora, y sin justificar las acciones de los impíos que clavaron a Jesús en una cruz, es muy fácil apuntar nuestros dedos acusadores hacia ellos, pero hoy en día también hay muchas personas que no conocen a Jesús como su salvador personal, que lo rechazan al rehusar creer en El.

Sin negar que la exposición de la Palabra de Dios es el medio exterior utilizado por Dios para salvar a una persona (Lc. 16:29-31; 2 Ts. 2:14; 2 Tim. 3:15), no es menos cierto que el Espíritu Santo tiene que obrar en el interior de una persona, llamándola eficazmente a que ir a Jesús con arrepentimiento y fe (Jn. 3:5,6; 2 Cor. 3:3,6). Si el Espíritu Santo no obra en los hombres, hoy estos clamarían a gran voz las mismas palabras que las multitudes de ayer clamaron contra Jesús: «¡Crucifíquenlo, crucifíquenlo!«.

Huye de la masturbación y sigue a Jesús [III]

¿Dónde está el problema? Tendemos a pensar que el principal problema siempre está fuera de nosotros. Culpamos a cosas por nuestro pecado, culpamos a otras personas por nuestro pecado y a veces llegamos al extremos de culpar a Dios por nuestro pecado. Pero la Biblia dice: “Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte” (Stg. 1:13-15); y Jesús dijo: “Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre” (Mc. 7:21-23). El principal problema (el pecado) no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. Y como alguien dijo: “Tú puedes correr de una ubicación, puedes correr de otras personas, pero no puedes correr de ti mismo”. Dicho en las palabras del mismo Jesús: “Para los hombres eso [salvación] es imposible…” (Mt. 19:26a). Continuar leyendo Huye de la masturbación y sigue a Jesús [III]

¿Qué es la fe?

La fe es sumamente importante porque sin ésta es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6) y es por medio de ésta –junto al arrepentimiento– que podemos ser salvados (Efesios 2:8).

La Palabra de Dios nos enseña que la fe es un regalo de Dios (Efesios 2:8; Filipenses 1:29); y también nos enseña que es nuestra responsabilidad tener fe en Dios (Marcos 1:15; 11:22). Primero viene el regalo de Dios y, entonces, el ejercer la fe de parte del hombre. La fe es la plena convicción de que Dios es poderoso para cumplir, y que cumplirá, todo lo que ha prometido en Jesucristo.

La fe salvadora tiene tres elementos esenciales:

  1. Conocer: En primer lugar, la fe salvadora incluye conocer el evangelio o que Jesucristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó después de tres días: “¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14c). Pero eso no es todo.
  2. Creer: En segundo lugar, la fe salvadora incluye creer como cierto que Jesucristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó después de tres días: “¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?” (Romanos 10:14b). Pero eso no es todo.
  3. Clamar: En tercer lugar, la fe salvadora nos hace confiar en, depender de, apoyarnos en, clamar sólo al Jesucristo que murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó después de tres días: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído?” (Romanos 10:14a).