Amado y cuidado por el Padre.

El pastor Misael Susaña comparte las buenas noticias de que, en Jesús, los creyentes fuimos adoptados por Dios. También, nos enseña tres privilegios que tenemos los hijos de Dios.

Un mensaje de Rut para los solteros.

Podemos ver en el libro de Rut a un Dios soberano formando parejas, Él trajo a Rut a la vida de Booz y viceversa. Pero eso no es todo, vemos a un Dios soberano trayendo un novio-esposo a Su iglesia.

► ESCUCHAR | ▼ DESCARGAR

Al cristiano cansado: espera un poco más.

En una entrevista hecha en el 2005 a John Piper, él dijo que había tratado con más personas a punto de renunciar a su fe cristiana debido a la lentitud de su santificación, más que debido a algún daño físico o alguna herida que haya venido a su vida. Ellos estaban cansados: cansados de la labor diaria de negarse a sí mismos, cansados de avanzar dos pasos y retroceder uno, cansados de pecar, cansados de pedirle a Dios que los perdone otra vez. Si tú estás entre ese grupo de cristianos, el Salmo 130 tiene algo que decirte.

En el versículo 5, el salmista dice que él espera. Aunque él se encuentra en una situación que lo tienta a desesperarse totalmente, él no pierde la fe, él espera. Él espera en Dios, que Él haga algo. Su alma espera en Su Palabra, que se cumpla lo prometido.

En el versículo 6, el salmista compara su espera a la espera de los centinelas o vigilantes. Y él espera a Dios muchísimo más que los vigilantes a la mañana. Él espera ansiosamente que Dios cumpla Su promesa.

En el versículo 7 vemos que el salmista no sólo espera en Dios, sino que también llama al pueblo de Dios a esperar en Él. Porque él sabe que Dios actuará, que Su Palabra se cumplirá.

Y es en el versículo 8 donde vemos lo que Dios ha prometido hacer: “El redimirá a Israel de todas sus iniquidades”. Dios ha prometido liberación de absolutamente todos los pecados. Y eso fue exactamente lo que paso años después de esa declaración: Dios mismo descendió del cielo y, en la persona de Jesús, nació como hombre para salvar, a través de Su vida, muerte y resurrección, a un pueblo que se hundía en pecado (Mat. 1:21). Jesucristo nos liberó de la culpa del pecado al pagar por nuestros pecados para que nosotros seamos perdonados.

Ahora, tan cierto como que Jesucristo vino y liberó a Su pueblo de la culpa del pecado, así Él vendrá por segunda vez y liberará a Su pueblo de la presencia del pecado: “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada” (Ef. 5:25). Se acerca el día en el cual amarás a Dios completa y supremamente. Se acerca el día en el cual siempre harás lo que a Dios le agrada. Se acerca el día en el cual ya no habrá más tentación, no habrá más lucha, no habrá más pecado. Se acerca el día en el cual ya no tendrás que pedirle a Dios que te perdone otra vez, porque serás perfectamente como Jesucristo.

Así que, como dice el viejo himno, “en Dios esperaré, luchando en todo tiempo”. Sigue orando, sigue arrepintiéndote, sigue luchando; y sigue esperando en Dios. Aun cuando pienses que tu pecado es demasiado, sigue esperando en Dios.