«El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea» (Juan 4:53, 54. RVR1960).
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¿Cuál es mi don espiritual?
En 1 Corintios 12 nos encontramos con un símil o una expresión de la semejanza entre dos cosas: el apóstol Pablo (bajo inspiración divina) está diciendo que la iglesia se parece a un cuerpo físico y es el místicamente el cuerpo de Cristo.
Una de las cosas que el apóstol resalta de la iglesia como el cuerpo de Cristo es su diversidad: como cada miembro del cuerpo tiene una función, así también cada miembro de la iglesia tiene al menos un don, un ministerio, una actividad (vv. 4-6).
Los dones espirituales se nos han dado para la edificación o el beneficio de la iglesia. El ejercicio de ellos es de vital importancia para el crecimiento de la iglesia. ¿Sabes tú cuál es tu don espiritual? Si todavía no estás seguro, a continuación te doy algunos pasos para saber cuál es tu don.
4 PASOS PARA SABER CUÁL ES TU DON
1. Ora. Pídele a Dios en oración –¡con fe!– que te muestre cuál es tu don espiritual. Comenzar así tiene todo el sentido del mundo porque Dios no tan solo sabe cuál es tu don espiritual, sino que también Él fue quien te lo dio: “Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Co. 12:7).
2. Estudia. No sólo debes orar, ¡abre tu Biblia! Dios te mostrará cuál es tu don espiritual mientras estudias esos pasajes bíblicos que hablan acerca de los dones espirituales. ¿Cuáles son esos pasajes bíblicos?
- Romanos 12:6-8
- 1 Corintios 12
- Efesios 4:7-13
- 1 Pedro 4:10-11
3. Pregunta. Pregúntales a tus pastores (a quienes Dios ha puesto para guiarte) cuál ellos piensan que es tu don. Y por qué no, pregúntales también a otros miembros (que te conocen) de la congregación.
4. Involúcrate. Involúcrate en esa área de la iglesia en donde veas una necesidad y piensas que Dios te ha capacitado para servir. En el libro How People Change [Cómo cambia la gente], Tim Lane y Paul Tripp lo dicen de la siguiente manera:
“La persona que ve una falta de organización tiene el don de administración. La persona que ve una falta de preocupación por las necesidades prácticas tiene el don de misericordia. Y la persona que ve en la iglesia una falta de celo evangelístico tiene el don de evangelismo… Una buena manera de determinar tus dones es preguntarte a ti mismo dónde ves una debilidad en el cuerpo. Es muy probable que tú veas estas debilidades porque estás mirando a la iglesia a través de los lentes de tus dones. Donde veas debilidad es probablemente el lugar en donde Dios quieres que sirvas a tus hermanos y hermanas”.
La ocasión en la que Jesús “no quiso” sanar a alguien.
En el evangelio según Mateo se nos dice que Jesús comenzó su ministerio público enseñando, proclamando el evangelio y sanando. También se nos dice que traían a Él todos los que estaban enfermos, los endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba (4:23, 24).
Pero en el mismo evangelio según Mateo nos topamos con un relato peculiar. En este relato Jesús parece no querer sanar a alguien que lo necesita y lo pide. Dije “parece”, porque al final Jesús otorga lo que se le pide. Y la “demora” de Jesús en responder no debe ser entendida como que le torcieron el brazo para que hiciera algo que Él no quería hacer. Más bien, Jesús tenía un propósito –y uno bueno– con esta “demora”.
Leamos el relato bíblico:
“Saliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región, comenzó a gritar: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada». Pero Él no le contestó nada. Y acercándose Sus discípulos, le rogaban: «Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros». Y Jesús respondió: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel». Pero acercándose ella, se postró ante Él, diciendo: «¡Señor, ayúdame!». Y Él le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos». Ella respondió: «Sí, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le dijo: «Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y su hija quedó sana desde aquel momento” (Mateo 15:21-28).
La mujer cananea le pide a gritos a Jesús que tenga misericordia, pues su hija estaba endemoniada. El relato nos dice que Jesús no le contesta nada. Por la petición de los discípulos a Jesús podemos saber que, a pesar del silencio de Jesús, la mujer sigue pidiendo a gritos misericordia.
Sigue leyendo La ocasión en la que Jesús “no quiso” sanar a alguien.Salmo 103 – Gilberto Daza
LETRAS
Alma mía dale gracias
Sus bondades no olvides jamás
Es tu Dios quien te perdona
De tus faltas no se acuerda ya
Él cura tu enfermedad
Y si hay dolor también lo sana
Y si al hueco fuiste a dar
Su fidelidad te rescata
[CORO]
Mi gratitud hoy canta
Qué bueno es Dios, qué bueno es Dios
No olvidaré su gracia
Que me alcanzó, que me rodeó
Alma mía dale gracias
Sus bondades no olvides jamás
De su amor Él te corona
Te ha mostrado su gran compasión
Al ver tu debilidad, difícil será
Que llegue a enojarse
Te rejuvenecerá y como el águila
Conquistarás nuevos aires