Deberes de los pastores para con su iglesia.

Orador

En el artículo anterior, vimos los deberes de la iglesia para con sus pastores: sostén económico (Mt. 10:10); oración (Ro. 15:30); estima (1 Ts. 5:12, 13); imitación (Heb. 13:7); obediencia (Heb. 13:17). En este artículo vamos a ver, según la Biblia, cuáles son los deberes de los pastores para con su iglesia:

Oración: “Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra” (Hechos 6:4). Orar por los miembros que componen su iglesia local es uno de los deberes principales de los pastores. Y éste, bajo ninguna circunstancia, debe ser dejado a un lado.

Visita: “Cómo no rehuí declarar a vosotros nada que fuera útil, y de enseñaros públicamente y de casa en casa… Por tanto, estad alerta, recordando que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas” (Hechos 20:20, 31). La enseñanza y amonestación de los pastores no es pública solamente, sino también privada. Dicho de otra manera, los pastores también deben llevar la Palabra de Dios a las casas de los miembros de su iglesia. Continuar leyendo Deberes de los pastores para con su iglesia.

La elección de Dios y el evangelismo.

Elección y evangelismo

Dios, quien tiene misericordia de quien Él quiere tener misericordia, ha escogido desde la eternidad a un grupo particular de personas para salvarlas en el tiempo. Ahora, algunos piensan que la elección de Dios y el esfuerzo evangelístico (o predicación del evangelio) son mutuamente excluyentes: si Dios ha escogido, entonces para qué esforzarnos en evangelizar; y si Dios nos manda a evangelizar, entonces es porque Él no ha escogido. Pero en este caso, tal como en otras ocasiones, el razonamiento de Dios no es como el nuestro.

En 2 Timoteo 2:10 leemos lo siguiente, en palabras de uno que creía y enseñaba la elección de Dios: “Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna”. Aquí tenemos al apóstol Pablo convencido de que había personas escogidas por Dios para salvación –aunque él no sabía quiénes eran–, pero al mismo tiempo lo vemos predicándoles el evangelio y sufriendo penalidades por causa de ese evangelio (vv. 8, 9). El razonamiento del apóstol no era elección o esfuerzo evangelístico, sino elección y esfuerzo evangelístico.

PALABRA COMO EL MEDIO

El apóstol Pablo sabía que Dios había ordenado tanto el fin como el medio. Dios no tan sólo escogió a un grupo de personas para salvarlas, sino que también Él escogió la predicación del evangelio de Jesucristo como el medio para alcanzar ese fin. Y no podemos esperar que alguien sea salvado si no se le predica (Ro. 10:14-15). El mismo apóstol dice en 1 Corintios 1:21 lo siguiente: “Porque ya que en la sabiduría de Dios el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios, mediante la necedad de la predicación, salvar a los que creen”.

EL ENFOQUE CORRECTO

Cuando el enfoque es correcto, entonces la doctrina de la elección de Dios no mata al esfuerzo evangelístico, sino que lo motiva. Decir que no tenemos que evangelizar porque Dios ya ha escogido a quienes han de salvarse es tener el enfoque incorrecto. He aquí el enfoque correcto: el hombre está muerto en sus delitos y pecados (Ef. 2:1), todo mi esfuerzo evangelístico es en vano si Dios no ha escogido para salvación –¡un muerto no puede escucharme decirle que se levante!–. Pero debido a que Dios ha escogido para salvación mi esfuerzo evangelístico no es en vano, Dios impartirá vida espiritual mientras yo predico Su evangelio. En Hechos 18:9 y 10 Dios animó al apóstol Pablo con las siguientes palabras: “Y por medio de una visión durante la noche, el Señor dijo a Pablo: No temas, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo, y nadie te atacará para hacerte daño, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”.

Predica el evangelio… con palabras.

El evangelio son las buenas noticias de que por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo hay salvación para todo pecador que se arrepiente y confía en Él como Salvador y Señor. Hablando en el sentido estricto del término (“evangelio” significa buenas noticias), nosotros no vivimos el evangelio, nosotros anunciamos el evangelio. La Biblia no habla de vivir el evangelio, sino de testificarlo, anunciarlo, predicarlo.

Ince con megáfono¿Por qué esto es importante? Esto es importante porque nadie será salvo con tan solo mirar la buena conducta de los cristianos si el evangelio no es predicado con palabras. En Romanos 10:14 el apóstol Pablo hace las siguientes preguntas: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”. En cierto sentido, el único que vivió el evangelio fue Jesucristo (Mc. 1:1). Todos los demás deben predicarlo con palabras.

Ahora, el evangelio de Jesucristo no son sólo noticias que informan nuestra mente; sino que «es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree» (Ro. 1:16). Salvación no tan solo del castigo debido al pecado, sino también salvación del pecado mismo. El evangelio de Jesucristo son las buenas noticias con las que el Espíritu Santo transforma a los hombres (1 Ts. 1:5). La manera en la que vivimos sí es importante: una buena conducta como cristianos abre puertas para predicar el evangelio; una mala conducta como cristianos cierra puertas para predicar el evangelio.

En conclusión, predica el evangelio con palabras y adórnalo con una buena conducta (Ti. 2:5, 10). Nadie será salvo solamente mirando tu buena conducta, pero también es una contradicción predicar el evangelio con palabras y no vivir acorde a éste.

Gran privilegio, gran responsabilidad.

Visión de Cornelio

A lo largo de toda la Biblia vemos como Dios ha usado a Sus ángeles para cumplir parte de Sus propósitos. Los ángeles han servido al pueblo de Dios de diversas maneras (Heb. 1:14) y han sido portadores de ciertos mensajes de parte de Dios –“ángel” significa mensajero: un ángel apareció, en sueños, a José y le dijo que le pusiera el nombre de “Jesús” al niño que pronto nacería, porque Él (Jesús) salvaría a Su pueblo de sus pecados (Mt. 1:21); un ángel anunció a un grupo de pastores el nacimiento de un Salvador, que es Cristo el Señor (Lc. 2:10,11); y un ángel anunció a unas mujeres la resurrección de Jesús, que había sido crucificado (Mt. 28:5,6). Sin embargo, en Hechos 10:1-6 se relata algo muy interesante:

“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo judío y oraba a Dios continuamente. Como a la hora novena del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio. Mirándolo fijamente y atemorizado, Cornelio dijo: ¿Qué quieres, Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y limosnas han ascendido como memorial delante de Dios. Despacha ahora algunos hombres a Jope, y manda traer a un hombre llamado Simón, que también se llama Pedro. Este se hospeda con un curtidor llamado Simón, cuya casa está junto al mar”.

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