El ministerio se trata de Jesús.

Filipenses es conocida –junto a Efesios, Colosenses y Filemón– como una de las cartas de la prisión; ya que Pablo la escribió mientras se encontraba encarcelado, posiblemente en Roma. Pero Filipenses también es conocida como la carta del gozo ya que en ésta se muestra la vida cristiana como una vida de gozo (Flp. 1:4, 25; 2:2, 29; 4:1).

En Filipenses 1:15 el apóstol dice: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y rivalidad, pero también otros lo hacen de buena voluntad”. Pablo da una descripción más detallada de los que predican por envidia y rivalidad en el versículo 17: “aquéllos proclaman a Cristo por ambición personal, no con sinceridad, pensando causarme angustia en mis prisiones”. Y da una descripción de los que predican de buena voluntad en el versículo 16: “éstos lo hacen por amor, sabiendo que he sido designado para la defensa del evangelio”.

Aparte de Jesucristo, alguien dijo, no ha habido un predicador más grande en la historia de la iglesia que el apóstol Pablo. Algunos se convirtieron a sí mismos en rivales del apóstol. Ellos envidiaban el ministerio y el éxito del apóstol Pablo. Ellos predicaban el evangelio con motivaciones incorrectas: querían avanzar su propia agenda o glorificarse a ellos mismos y al mismo tiempo causar angustia al apóstol.

Pero en vez de causar angustia a Pablo, ellos le causaron gozo: “¿Entonces qué? Que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré” (v. 18). Dios en Su soberanía utilizó incluso las motivaciones incorrectas de algunos para que el evangelio de Jesucristo fuera proclamado y los pecadores fueran salvados.

Y Pablo se gozó porque él no estaba compitiendo con nadie. El anhelo de Pablo no era hacer su nombre famoso sino hacer a Jesucristo famoso en este mundo. Él no utilizaba el evangelio para avanzar Su propia agenda, sino que Él era un instrumento de Dios para avanzar Su reino.

¿Y qué hay de ti? ¿Alguna vez has estado incomodo, porque tú no eres quien estás al frente, mientras otros alaban a Dios en una plataforma? ¿Alguna vez te has pasado todo el sermón de otro soñando cómo sería que tú estuvieras en su lugar? ¿Alguna vez has leído un buen material bíblico, pero no lo has compartido porque no fuiste tú quien lo escribió? ¿Alguna vez has agradecido a Dios por la forma en la cual Él está usando a otros o sólo oras para que Dios te use? ¡Oh, que Dios nos dé un corazón cuyo gozo sea que Cristo –¡y sólo Cristo!– sea proclamado! Porque al final del día el ministerio se trata de Él.

El tesoro escondido.

Cofre del tesoroUna parábola es un relato o narración acerca de la vida terrena, pero que tiene una enseñanza espiritual. El significado literal de la palabra «parábola» es similitud o comparación. Y según el Diccionario expositivo Vine, se deben evitar dos peligros al tratar de interpretar las parábolas en las Escrituras: (a) el de pasar por alto las características centrales, y (b) el de aplicar un significado a cada uno de sus detalles.

Debemos orar con fe que el Señor nos haga entender las parábolas; ya que aunque a los incrédulos no se les concede conocer los misterios del reino, a los creyentes sí (Mat. 13:11).

En Mateo 13:44 Jesucristo enseñó lo siguiente:

“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo”.

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El reino de Jesucristo está cerca.

Cuando Jesucristo nació, Roma era dueña de Palestina; también, muchos en Israel eran pobres y muchos estaban enfermos. En esa época los judíos pensaban que el Mesías establecería un reino terrenal que derrocaría al imperio romano. Los judíos se equivocaron al pensar que el Mesías reinaría de tal forma en Su primera venida. Pero el Mesías ciertamente reinará de una manera universal y eterna: “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32, 33).

En un sentido este reino ya ha venido, pero en otro sentido (escatológico o futuro) todavía no. Jesucristo, en Su primera venida, inauguró este reino: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15; véase también Mateo 12:28). Greg Gilbert dice –hablando acerca del sentido en el que el reino ya ha llegado:

“El rey Jesús va a la soledad del desierto para enfrentarse a Satanás (aquel que tantos años antes había tentado a Adán y arrojado el mundo a la corrupción), ¡y lo derrota de forma decisiva! Toca los ojos de una persona que había nacido ciega y la luz entra por primera vez. Se queda viendo hacia la triste oscuridad de una tumba y clama: “¡Lázaro, ven fuera!” y la muerte comienza a sentir como la opresión que ejerce sobre la humanidad se debilita al tiempo que este hombre muerto sale caminando. Y claro que después, sobre todo, el mismo pecado fue derrotado cuando Jesús clamó en la cruz “Consumado es”. Y la cautividad a la muerte terminó completamente cuando aquel ángel dijo (seguramente con una sonrisa en sus labios): “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?, no está aquí, ha resucitado” (Lucas 24:5-6). Paso a paso y golpe a golpe, Jesús estaba deshaciendo de forma completa los efectos de la caída. El rey legítimo del mundo había venido y todo lo que era obstáculo para el establecimiento de ese reino (pecado, muerte, el infierno, Satanás) estaba siendo derrotado de forma decisiva” (¿Qué es el evangelio?, p. 65).

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El 15 de mayo: no confíes en hombres.

Diógenes: "Cristo viene"En la caricatura de Diógenes y Boquechivo publicada el lunes 30 de abril del 2012, por Harold Priego para el Diario Libre, se ilustran las promesas de no más corrupción, no más delincuencia y de tener el mejor gobierno que hace un candidato a la presidencia. Mientras Diógenes escucha esas promesas a través de la radio, él dice: “Nos salvamos… ¡Cristo viene…!”. Priego parece haber entendido algo que muchos todavía no entienden: el único que acabará total y definitivamente con todos los males de nuestra sociedad es Jesucristo.

Nos estamos acercando a las elecciones presidenciales, y el Salmo 146 tiene un mensaje pertinente para nosotros:

Después de un llamamiento a alabar a Dios y de que el mismo salmista alabara a Dios (vv. 1, 2), él (inspirado por Dios) nos exhorta: “No confiéis en príncipes” (v. 3a). No debemos poner en el rey, presidente o gobernante esa confianza absoluta que sólo debe ser puesta en Dios. O, en palabras de Jeremías 17:5, no debemos hacer de ellos nuestra fortaleza y apartarnos de Dios. Sigue leyendo El 15 de mayo: no confíes en hombres.