Jesús; el Mesías prometido.

El evangelio según Mateo, cuyo autor lleva el mismo nombre (Mateo), inicia diciendo: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mt. 1:1). Mateo nos presenta a Jesús como rey («hijo de David»), como judío («hijo de Abraham»), y más allá, como el Mesías prometido por Dios a través de los profetas. Por esta razón encontramos la expresión “para que se cumpliera lo dicho por el profeta” varias veces en este evangelio. Mateo nos muestra que en la persona de Jesús se cumplen todas las profecías mesiánicas. Cristo (término griego) significa Mesías (término hebreo), que a la vez significa Ungido.

Un profeta era una persona que hablaba en nombre de Dios a una persona o al pueblo. El profeta de Dios no podía inventar cosas, sino que debía hablar cuando Dios hablaba y callar cuando Dios callaba. Debía transmitir el mensaje, exactamente como Dios lo habló. Si alguna profecía proclamada supuestamente «de parte de Dios» no se cumplía exactamente, esto sería una evidencia de que el profeta era falso y que la profecía no vino de parte de Dios (Dt. 18:20-22).

Ahora consideremos, solamente en el evangelio según Mateo, las profecías que encuentran su cumplimiento en Jesús (que se cumplen en Jesús): Continuar leyendo Jesús; el Mesías prometido.

“Iré directo a estar con Dios”.

Jack Vinson,
Provincia de Kiangsu, China Continental.
1931

El bandido le dijo al misionero:
–Voy a matarte. ¿No tienes miedo?
Jack Vinson sencillamente le respondió:
–Puedes matarme si así lo deseas. Iré directamente a estar con Dios.

El valor de Jack Vinson fue la fuente de inspiración del siguiente poema, escrito por su amigo E. H. Hamilton:

¿Miedo? ¿A qué?
¿De sentir la gozosa liberación del espíritu?
¿De pasar del dolor a la perfecta paz,
y que cese la lucha y la tensión de la vida?
¿Tener miedo?
¿Miedo? ¿A qué?
¿Miedo de ver del Salvador el rostro,
De escuchar su bienvenida,
y trazar el glorioso relucir de heridas de gracia?
¿Tener miedo?
¿Miedo? ¿A qué?
Un destello, un choque, un corazón perforado;
oscuridad, luz, ¡Oh, arte celestial!
¡El equivalente a una de sus heridas!
¿Tener miedo?
¿Miedo? ¿A qué?
¿Lograr mediante la muerte lo que la vida no pudo,
bautizar con sangre un pétreo terreno,
hasta que del mismo las almas florezcan?
¿Miedo?

Este artículo es un extracto tomado de: DC Talk y La Voz de los Mártires. Locos por Jesús (Miami, Fl.: Editoral Unilit, 2001), pp. 70, 71.

Según la Biblia, ¿qué es el corazón?

En 1 Samuel 16:7 leemos lo siguiente: “No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón”. ¿Quiere decir este pasaje que Dios puede mirar al órgano biológico que bombea la sangre en nuestro cuerpo?

Aunque hay pasajes bíblicos que pueden hablar del corazón como el órgano biológico indispensable para la vida física (Gn. 18:4,5; Lv. 17:11); la mayoría de las veces que encontramos el término “corazón” en la Biblia, no se refiere al órgano biológico que bombea la sangre en nuestro cuerpo. Cuando la Biblia habla del “corazón” se está refiriendo a la parte interna de una persona (1 P. 3:3,4), al hombre (sentido genérico) interior. El corazón, pues, es quien es realmente la persona (Proverbios 23:7a). Continuar leyendo Según la Biblia, ¿qué es el corazón?

Huye de la masturbación y sigue a Jesús [III]

¿Dónde está el problema? Tendemos a pensar que el principal problema siempre está fuera de nosotros. Culpamos a cosas por nuestro pecado, culpamos a otras personas por nuestro pecado y a veces llegamos al extremos de culpar a Dios por nuestro pecado. Pero la Biblia dice: “Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte” (Stg. 1:13-15); y Jesús dijo: “Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre” (Mc. 7:21-23). El principal problema (el pecado) no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. Y como alguien dijo: “Tú puedes correr de una ubicación, puedes correr de otras personas, pero no puedes correr de ti mismo”. Dicho en las palabras del mismo Jesús: “Para los hombres eso [salvación] es imposible…” (Mt. 19:26a). Continuar leyendo Huye de la masturbación y sigue a Jesús [III]