Etiqueta: La Palabra de Dios
10 hechos cientĂficos en la Biblia.
La antesala de la apostasĂa.
OĂr la Palabra de Dios no es suficiente.
La epĂstola de Santiago fue escrita por el autor que lleva el mismo nombre, quien fue hermano “de sangre” de JesĂşs (Mat. 13:55) y quien posteriormente se convirtiĂł en Su siervo y en uno de los lĂderes de la iglesia en JerusalĂ©n (Hch. 15). Santiago (inspirado por Dios) les escribiĂł a cristianos judĂos que habĂan sido dispersos fuera de Palestina para que, en medio de los sufrimientos que ellos estaban experimentando, vivieran como corresponde a la fe que ellos profesaban tener. Ya que aunque somos salvos por la fe sola en Cristo solo, Ă©sta fe siempre va acompañada de buenas obras que la confirman.
Santiago 1:22 dice lo siguiente:
“Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sà mismos”.
LA PALABRA
En ese versĂculo nos encontramos con la idea principal del pasaje, la cual está expresada en forma de mandamiento: debemos ser obedientes a la Palabra y no solamente oidores. La Palabra de la cual se habla aquĂ es la Palabra de Dios revelada a nosotros en la Biblia: es la palabra de verdad por la cual Dios nos hizo renacer (v. 18), es la palabra implantada que tiene poder para salvar nuestras almas (v. 21), es la perfecta ley de la libertad (v. 25).
Y el mandamiento del versĂculo 22 presupone que ya se ha hecho lo que dice el versĂculo 21 cuando dice: “reciban ustedes con humildad la palabra implantada”. Recordemos que los judĂos escuchaban la Palabra leĂda, ellos no tenĂan la Palabra en un libro como nosotros la tenemos hoy. Pero el mismo principio se aplica a nosotros hoy en dĂa, sea que escuchemos la Palabra de Dios en un sermĂłn o la leamos en nuestras Biblias.
LA OBEDIENCIA
NĂłtese que lo que se reprende aquĂ no es que seamos oidores de la Palabra, sino el que seamos solamente oidores de la Palabra. Es decir, cuando nos exponemos a la Palabra de Dios y ahĂ acaba todo. Cuando no pasa nada más. Cuando leemos la Biblia para cotejar una tarea más en nuestra lista. Cuando vamos al templo y escuchamos el sermĂłn para que el pastor no me pregunte por quĂ© no he estado asistiendo al templo. “Eso está mal. No sean asĂ” –dice Santiago.
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