¿Puede un cristiano perder la salvación según Hebreos 3:12ss?

Recientemente publiqué un artículo acerca del peligro que corren aquellos que profesan ser cristianos pero no asisten a la iglesia. El texto en el cual me basé fue Hebreos 3:12 y 13 que dice: “Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado”. ¿Signifiqué en ese artículo que un cristiano puede perder la salvación? Más importante aun, ¿quiere decir ese pasaje bíblico que un cristiano verdadero puede perder su salvación?

Nótense las palabras que escogí para iniciar el artículo: “En Hebreos 3 Dios en Su gracia hace una advertencia a la que todo cristiano verdadero ha de prestar mucha atención”. Advertencias como esa en la Biblia son uno de los medios que Dios utiliza para preservar a los suyos. Antes de negar la perseverancia de los santos, Hebreos 3:12 y 13 la confirma; ya que Dios advierte para que los cristianos no se aparten.

Ahora, si una persona no hace caso a esa advertencia, si es incrédula y si continúa en pecado impenitente, entonces esa persona está demostrando que nunca fue cristiana realmente. Estaba entre la iglesia, parecía ser parte de la iglesia, pero no era parte de la iglesia. ¿Es tal cosa posible? Lucas 8:13 nos responde que sí: “Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben”.

No tenemos que irnos muy lejos para probar todo esto que digo. El versículo que viene inmediatamente después de Hebreos 3:12 y 13, el versículo 14, dice: “Porque hemos llegado a ser partícipes del Mesías con tal que retengamos firme hasta el fin el fundamento” (BTX). No retenemos firmes hasta el fin el fundamento (perseverancia) con tal de llegar a ser partícipes de Cristo (salvación), sino lo contrario. John Piper agrega: “Nótese cuidadosamente que no se dice que serás participante de Cristo si perseveras. Dice que [ya] HAS sido hecho participante de Cristo si tú perseveras. El punto es que la perseverancia no gana tu participación en Cristo,  ésta verifica tu participación en Cristo. Perseverancia no es un pago para conseguir a Cristo. Es una prueba de que estás en Cristo”.

La no-persecución: una cosa extraña.

Última oración de mártires cristianosEl apóstol Pablo (inspirado por Dios) aseguró que «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos» (2 Timoteo 3:12). Eso porque no somos como el mundo y porque nuestro mismo Señor, a quien servimos, fue perseguido por el mundo (Jn. 15:19, 20). Por eso el apóstol Pedro escribió a los cristianos lo siguiente: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo” (1 Pe. 4:12). El fuego de la prueba –la persecución inclusive– no debe ser visto por el cristiano como algo extraño, raro, poco común; no debe ser visto como algo sorprendente porque no se esperaba. Más bien, la no-persecución es lo que debe ser visto como algo extraño.

Escribo este artículo porque aunque la iglesia en occidente (especialmente en muchos países de América) ha considerado por muchos años la persecución como una cosa extraña, esto parece que está por terminar. Especialmente después de la legalización en muchos países de pecados como el aborto y la homosexualidad. Si en la voluntad de Dios la persecución llega hoy a ti, la respuesta apropiada no es entrar en pánico, sino:

  • Alegrarte en que como compartes los sufrimientos temporales de Jesucristo, así también compartirás la revelación de Su gloria eterna (1 Pe. 4:13).
  • Saber que perseverar en medio de la persecución es evidencia de que eres realmente salvo (v. 14), a diferencia de aquellos que ceden.
  • Asegurarte de que eres perseguido no por algún pecado cometido, sino por tu fidelidad a Jesucristo (vv. 15, 16).
  • Encomendar la seguridad de tu alma a Dios y continuar haciendo el bien o, dicho de otra manera, siendo fiel a Jesucristo (v. 19).
  • Echar toda ansiedad, por medio de la oración, sobre Dios, quien cuida de los Suyos (1 Pe. 5:6, 7).
  • Estar preparados para presentar razón de nuestra fe, con mansedumbre y reverencia (1 Pe. 3:15).
  • Bendecir en vez de devolver mal por mal (v. 9).
  • Ser santo, siendo diferente al mundo y similar a Dios (1 P. 1:6).
  • Descansar en el poder del Dios que te preservará (v. 5). Esto es muy útil especialmente cuando sentimos que no perseveraremos en nuestras propias fuerzas.
  • Saber que tienes «una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos» (v. 4).

Noticias alegres para la nación de la cruz.

El domingo pasado, el Estado Islámico (también conocido como ISIS por sus siglas en inglés) publicó un video que parece mostrar a sus militantes ejecutando a decenas de cristianos etíopes en Libia. “No tendrán seguridad, ni aún en sus sueños, hasta que acepten el Islam”, fue su amenaza, “a la nación de la cruz: estamos de vuelta”. A la luz de esto, quisiera resaltar algunas maravillosas verdades que encontramos en 1 Pedro 1:3-9.

Pero antes, veamos brevemente dos cosas. Primero, Pedro (inspirado por Dios) escribió a cristianos que «sin haberle visto [a Jesucristo], le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en El, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria» (v. 8). Segundo, esos cristianos estaban siendo «afligidos con diversas pruebas» (v. 6), lo cual era una prueba de su fe, que al ser hallada genuina resulta «en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo» (v. 7).

UNA HERENCIA RESERVADA

“Para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros” (v. 4).

Dios ha reservado una herencia para ti. Esa herencia es incorruptible, así que no puede deteriorarse. Es inmaculada, así que no puede ser manchada por el mal, más bien es sin defecto. No se marchitará como las flores, así que nunca desaparecerá. Está en los cielos, así que los hombres no podrán robártela ni apartarte de ella.

PROTEGIDOS POR DIOS

“Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (v. 5).

En medio de las diversas pruebas con las cuales eres afligido, estás siendo protegido no por la policía, sino por el Dios omnipotente. Dios te protege de que te apartes de Él. Dios te protege de que no alcances la salvación preparada para ser revelada en el último tiempo: la transformación de nuestros cuerpos, la erradicación total y definitiva de la presencia del pecado, las recompensas del Dios de toda gracia. Esas son excelentes noticias, especialmente cuando vemos nuestra debilidad.

Termino con la última estrofa del himno Castillo fuerte es nuestro Dios:

Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.

Dios nos preserva en momentos difíciles.

Nosotros perseveramos en la gracia salvífica, Dios nos preserva en esta gracia. Nosotros somos responsables de perseverar (Mt. 24:13). Pero no es menos cierto que Dios es quien nos preserva últimamente. Y quiero resaltar está última verdad en este artículo.

En Juan 18:8b (en el contexto de la traición y arresto de Jesús) Jesús le dijo a los que fueron a arrestarlo: “por tanto, si me buscáis a mí, dejad ir a éstos”. ¿Con qué propósito Jesús mandó que dejaran ir a Sus discípulos? El versículo 9 nos provee la respuesta: “para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno”. Es decir que si [Jesús no hubiera intervenido y] los discípulos hubieran sido arrestados en ese momento, algunos o muchos o todos se hubieran perdido1.

Lo interesante de este pasaje bíblico es que antes que desmentir la perseverancia de los santos, más bien la confirma: el enemigo se levantó con la intención de que los discípulos se perdieran, pero Jesús frustró sus planes (es decir, impidió que Sus discípulos se pierdan). J. C. Ryle dijo acerca del Señor: “Aplacará los vientos y tempestades con sus manos y no permitirá que los creyentes sean destruidos por completo, por muchos golpes y adversidades que sufran. Vigila atentamente a todos sus hijos e, igual que un sabio doctor, administra la cantidad exacta de pruebas que son capaces de sufrir… Nuestro Señor nos observa hasta en los momentos más difíciles y nuestra seguridad final está garantizada”.

Aquí vemos a Jesús intercediendo a favor de Sus débiles discípulos, como tú y yo, para que no sean tentados más allá de lo que podían soportar en ese momento. Y esa es una de las maneras en las cuales Dios preserva a los Suyos (véase también Mateo 24:22). ¿Por qué podemos afirmar que los cristianos verdaderos nunca se apartarán? No porque ellos sean fuertes por sí mismos, no porque nunca habrá circunstancias que atenten contra ellos; sino porque Dios no permitirá que se aparten, Dios los preservará.

Cuando vemos nuestra debilidad, esta verdad (Dios nos preserva) nos consuela y estimula: nos consuela porque nos asegura que, tal como dice un himno, «Su gracia siempre me libró / y me guiará feliz»; y nos estimula a perseverar ya que, aunque somos débiles, el Dios todopoderoso está por nosotros.


1 J. C. Ryle comentó acerca de este pasaje lo siguiente: “La protección de nuestro Señor a sus discípulos no solo incluía el fin, sino también los medios. Uno de los medios para protegerlos del naufragio absoluto de su fe era protegerlos de una tentación superior a sus fuerzas… Así pues, les proporciona una vía de escape y frustra los planes de sus enemigos para que los “dejaran ir”. De esta manera cumplió lo que había dicho en oración. No dejó que ninguno de ellos se perdiera”.