¿Qué haría Jesús en Semana Santa?

¿Qué vas a hacer en Semana Santa? Algunos visitarán «la iglesia» (es decir, el templo en donde se reúne la iglesia). Algunos irán a bañarse en la playa. Algunos irán a recrearse en un hotel. Algunos se quedarán en sus casas para descansar. Y otros, principalmente si son dominicanos, planean comer muchas habichuelas con dulce.

¿QUÉ HIZO JESÚS EN SEMANA SANTA?

¿Qué haría Jesús en Semana Santa? O una mejor pregunta sería: ¿Qué hizo Jesús en Semana Santa? Digo que ésta última sería una mejor pregunta porque la Biblia nos dice qué hizo Jesús en Semana Santa.

Pero antes de ver lo que Jesús hizo en esa semana, es importante definirla: la Semana Santa es la conmemoración cristiana de la semana de la pasión de Cristo.

El domingo Jesús entró a Jerusalén sentado sobre un pollino (o un burrito) mientras la multitud tendía mantos, esparcía ramas de árboles en su camino y gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» (Mat. 21:1-11).

El lunes Jesús entró en el templo, echó a los que compraban y vendían y volcó las mesas de los que cambiaban dinero. Y les dijo: «Mi casa será llamada casa de oración; pero ustedes la están convirtiendo en cueva de ladrones» (Mat. 21:12, 13). Entonces, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley comenzaron a buscar la manera de matarlo.

El martes Jesús enseñó la Parábola de los dos hijos, la Parábola de los labradores malvados y la Parábola del banquete de bodas. Sus enseñanzas causaron controversia. Jesús también lloró por Jerusalén con las siguientes palabras: «¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!» (Mat. 21:23-23:39).

El miércoles Jesús les dijo a Sus discípulos: «el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen». Entonces, Judas Iscariote fue a los principales sacerdotes y a los jefes de la guardia y acordó con ellos entregar a Jesús por treinta monedas de plata (Lc. 22:1-5).

El jueves Jesús participó de la última cena con Sus discípulos. En ésta Él les dijo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Beban, esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados» (Mateo 26). Después Jesús fue a Getsemaní y, con mucha tristeza y angustia, oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú» (Mat. 26).

El viernes Jesús es arrestado e interrogado por Caifás y Pilato. Después fue crucificado y desde la cruz gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado». Posteriormente Jesús es sepultado (Mc. 15).

El sábado Jesús sigue en la tumba. Los jefes de los sacerdotes y los fariseos hacen que se selle la tumba de Jesús y que se ponga una guardia de soldados para evitar que el cuerpo de Jesús fuera robado (Mat. 27:62-64).

El domingo Jesús resucitó de los muertos, dejando así la tumba vacía. Un ángel les dijo a las mujeres que habían ido a la tumba de Jesús: «ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo» (Mat. 28).

EL GRAN AMOR DE JESÚS

Tal como hemos visto, la Biblia nos relata que la Semana Santa de Jesús no fue una semana de recreación y descanso. Más bien fue una semana de pasión, en el sentido de sufrimiento. Y los sufrimientos de Jesús no fueron un accidente ni una sorpresa para Él.

Lucas 9:51 dice: «Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén». Jesús sabía que lo que le esperaba en Jerusalén no era un baño en la playa, sino sufrimiento hasta la muerte. Y aún así, determinó ir allá. Tú y yo corremos del sufrimiento, Jesús corrió hacia el sufrimiento. Porque Él sabía que si Él no era condenado, nosotros tendríamos que serlo.

En medio de todas las recreaciones lícitas de las cuales participemos en esta Semana Santa, que nuestra mayor recreación sea meditar en el gran amor de Jesús por nosotros.