EL CANTO PUEDE AYUDARNOS A INVOLUCRARNOS EMOCIONALMENTE CON LAS PALABRAS
En cada cultura y edad, la música es un lenguaje de emoción. Ésta expresa, despierta y habla a nuestros sentimientos. La música es capaz de movernos en sutiles y profundas maneras (anticipadas o no esperadas), con o sin palabras. Mientras David tocaba hábilmente su arpa, el espíritu que atormentaba a Saúl era calmado (1 S. 16:23).
¿Por qué la música nos afecta profundamente? Hay varias razones. A veces estamos simplemente respondiendo a principios musicales que han sido culturalmente aprendidos. La experiencia personal con una canción puede afectar su influencia sobre nosotros. Podríamos asignar valor moral a las canciones, conectándolas con aspectos de nuestra cultura que podemos considerar buenos o malos. Llegamos a la conclusión de que cierto ritmo, volumen, progresión de acordes, instrumento o estilo vocal es malo en sí mismo. Pero a menos que esos aspectos estén detallados en la Escritura, debemos ser cuidadosos en asignarles un valor moral. Otro factor en el efecto de la canción sobre nosotros puede ser cómo una canción es ejecutada o dirigida. Si quien la ejecuta o dirige es inexperto, está fuera de tono o fuera de sincronía, la música puede no movernos o movernos de la manera equivocada. Por otro lado, la habilidad puede hacer que una canción suene mejor de lo que es actualmente. Cualesquiera que sean las razones, la música puede juntarse con las palabras y aumentar su impacto emocional en una manera que nosotros no podemos haber percibido con las palabras por sí solas. Eso tiene varias ventajas:
- El canto puede ayudarnos a tomar más tiempo para reflexionar en el significado de las palabras. Se pueden estirar las palabras y frases. Se nos permite repetirlas o poner espacio entre palabras.
- La música puede amplificar la emoción de las palabras que estamos cantando, sea celebración gozosa (“Mejor que la vida”), temor reverente (“Santo, Santo, Santo”) o arrepentimiento doloroso (“Cabeza ensangrentada”).
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