Mis escenas favoritas de Superman… te sorprenderán.

La película Superman de James Gunn, estrenada el 11 de julio de 2025 en los cines de Estados Unidos, fue un éxito de taquilla, recaudando más de 600 millones de dólares a nivel mundial. Hasta ahora, se ha convertido en la película más taquillera de Superman en solitario y recientemente ha llegado a algunas plataformas de streaming.

Aunque algunas personas han señalado el lenguaje explícito y la muerte de un hombre a manos de Lex Luthor, la película ha recibido en su mayoría críticas positivas, destacando cómo logra capturar la esencia del superhéroe de los cómics.

En un artículo anterior ya expliqué por qué admiro a Superman, pero amo a Jesús. En este artículo, me gustaría compartir cuáles son mis escenas favoritas de la película y explicar la razón detrás de mi elección.

LAS ESCENAS

La escena en la que Lois Lane y Mr. Terrific llegan a la playa de Jarhanpur, y Mr. Terrific se enfrenta a los guardias de Lex, me gustó, aunque no se encuentra entre mis dos escenas favoritas. También disfruté la escena en la que llegan los Raptores: uno de ellos grita “¡Mátenlo!” y Superman responde con un tranquilo “Buena suerte con eso”, eliminando a cada uno de ellos con su visión de calor. Sin embargo, tampoco ocupa un lugar en mi lista de escenas favoritas.

Escena favorita #1: Durante la batalla principal, mientras Ultraman golpea a Superman, Lex Luthor revela la razón detrás de todo lo que hace:

“Sé bien que la envidia me consume y carcome por dentro… Sé que cuando mencionan a Galileo o a Einstein o a uno de esos […] después de mí, siento que el vómito me quema la garganta. Al menos Galileo hizo algo. No era un venusino […] que lanzaron a este planeta… sólo para que todos lo veneraran… porque su fuerza saca a la luz lo débiles que somos todos nosotros. Así que mi envidia es un llamado. Es la única esperanza que tiene la humanidad… porque es justo lo que me condujo a aniquilarte”.

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Reflexiones sobre el escándalo de Michael Tait.

Michael DeWayne Tait es un reconocido artista de música cristiana contemporánea. A finales de los años 80, formó junto a compañeros universitarios el grupo DC Talk, con el cual lanzó cinco álbumes aclamados por la crítica y el público. En marzo de 2009, asumió el rol de vocalista principal de Newsboys, banda que participó en la película God’s Not Dead [Dios no está muerto], donde interpretan el tema principal del mismo nombre.

En enero de 2025, Tait anunció su salida de la banda. Poco después, el 10 de junio del mismo año, confesó públicamente que eran en gran parte ciertas las acusaciones en su contra, relacionadas con «el abuso de drogas, alcohol y actividad sexual».

EL PECADO ES ALGO MUY SERIO

“No pongo excusas por [mis acciones]. Simplemente lo llamaré como Dios lo llama: pecado”, declaró Michael Tait. Luego añadió: “abusé de la cocaína, consumí demasiado alcohol… toqué a hombres de una manera sensual… he mentido y engañado… vivía dos vidas muy diferentes”.

Hoy en día, muchos —incluso dentro de las cuatro paredes de “la iglesia”— minimizan el pecado, viéndolo como un mero error, una enfermedad leve o un simple mal. Pero el pecado es peor que un error, es más grave que una enfermedad y es el mayor de los males.

Es interesante que en Romanos 7:13 el apóstol Pablo describe al pecado como “en extremo pecaminoso”. “¿Por qué no dijo «extremadamente negro», «extremadamente horrible» o «extremadamente mortal»? Pues, porque no hay nada en el mundo tan malo como el pecado. Cuando quiso usar la peor palabra que se le ocurrió para referirse al pecado, lo llamó por su propio nombre y lo reiteró: «pecado», «extremadamente pecaminoso»” (Spurgeon).

La Biblia también nos advierte que el pecado es engañoso. Hebreos 3:13 dice: “no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado”. El pecado engaña de muchas formas: una de ellas es susurrando que podemos pecar sin consecuencias. Pero eso es falso. Tait reconoció que su conducta no solo fue imprudente, sino “destructiva”. Admitió haber “lastimado a tanta gente de tantas maneras” y dijo que vivirá “con esa vergonzosa realidad el resto de [su] vida”. También expresó con pesar de que “alguien pierda o elija no buscar la fe y la confianza en Jesús” debido a que él ha sido un horrible representante.

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¿Te han robado el asombro estas dos mentiras?

“Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos…” (1 Juan 3:1).

El pastor John MacArthur dice que aquí Juan expresa una “explosión de asombro” y una “admiración atónita”. Otros eruditos hablan de una “exhibición maravillosa” (JFB). Y otros comentaristas mencionan “una exclamación cargada de maravilla y asombro”.

Un comentario de la Biblia Textual señala que Juan, literalmente, está diciendo: “¡Miren de qué país es este amor!”. Es decir, este amor no es ordinario, es extraordinario. No lleva la etiqueta “Hecho en China”, sino una que dice: “Hecho en el cielo”.

Este amor es único. Es especial. Es grande. Es el amor de Dios Padre y es para ti, si has recibido a Jesucristo y has creído en Su nombre (Juan 1:12). Y el apóstol Juan nos apunta a la demostración del amor de Dios: Él nos llama —y nos ha hecho— Sus hijos.

Y si esa verdad no nos emociona tanto como emocionaba a Juan, si al leerla sólo decimos “Eso ya lo sabía”, si escuchamos eso y seguimos como si nada, entonces hay algo mal en nosotros. ¡Hay un serio problema con nosotros!

Hay dos mentiras comunes que muchos creen y que este pasaje de 1 Juan desmiente con claridad. Ambas tienen el potencial de robarnos el asombro ante el hecho glorioso de que Dios nos amó y nos hizo Sus hijos.

Mentira #1:

“Todo el mundo es hijo de Dios”.

Si tú crees que el estado natural de todo ser humano al nacer es ser hijo de Dios, entonces lo que Juan está diciendo aquí no te asombrará.

Pero nota lo que dice el versículo 2: “ahora somos hijos de Dios”. Esa palabra “ahora” implica que hubo un tiempo en el que no lo éramos. La Biblia enseña que todos somos criaturas de Dios, pero no todos somos hijos de Dios. Nadie nace siendo hijo de Dios. Al contrario, Efesios 2:3 dice que somos “por naturaleza hijos de ira”.

Pero Dios te amó cuando merecías Su ira. Dios te hizo Su hijo cuando eras Su enemigo. Dios te haló hacia el cielo cuando estabas cayendo al infierno.

¡Miren qué clase de amor!

Mentira #2:

“Yo merezco ser hijo de Dios”.

Esa es otra mentira que nos puede hacer perder el asombro por el hecho de ser somos hijos amados de Dios. Yo no tengo que dar gracias por algo que yo compré o me gané.

Pero no obviemos lo que dice el versículo 1 con respecto al amor de Dios. Juan dice que ese amor se “nos ha otorgado (por) el Padre”. El amor de Dios y el derecho a ser llamados Sus hijos no se ganan; no se otorga después de pasar un examen; no se compran con dinero ni con buenas obras.

El amor de Dios y el derecho a ser llamados Sus hijos es un regalo de Dios para nosotros en Jesucristo: Él dejó el cielo. Vivió la vida perfectamente obediente que tú y yo debimos haber vivido, pero no vivimos. Murió la muerte cruel que tú y yo merecíamos por nuestros pecados, para que no tengamos que ser castigados. Y resucitó triunfante para darnos este regalo.

¡Miren qué clase de amor!

El evangelio según el ladrón en la cruz.

Dios ofrece el regalo más grande a quienes menos lo esperaríamos, todo gracias a Jesucristo. Y en este sermón el pastor Misael Susaña responderá tres preguntas: (1) ¿A quién se le dio el regalo? (2) ¿Cuál fue el regalo? (3) ¿Cómo se recibió el regalo?