Lo que la Biblia contiene y ofrece.

La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos son obligatorios, sus historias son verdaderas, y sus decisiones son inmutables. Léala para ser sabio, créala para ser salvo, y practíquela para ser santo. Contiene luz para guiarle, alimento para sostenerlo, y consuelo para alentarlo a usted.

Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y la carta constitucional del cristiano. Aquí es restaurado el Paraíso, abierto el Cielo y las puertas del Infierno descubiertas.

Cristo es su gran tema, nuestro bien su designio, y la gloria de Dios su fin. Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies. Léala despacio, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Es dada a usted en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre.

Ella encierra la responsabilidad más alta, recompensa la labor más grande y condenará a todos los que menosprecian su contenido sagrado.

Núñez sobre “nuestros sacrificios y el sacrificio de Cristo”.

En la actualidad, los cristianos no ofrecemos sacrificios en templos como en el Antiguo Testamento. Sin embargo, se nos instruye a presentar nuestros cuerpos “como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios” (Ro 12:1). Tampoco tenemos sacerdotes intercediendo ante Dios por el pueblo, pues Dios ha hecho a todos los creyentes sacerdotes de Su reino (1 P 2:9). Así, el sacrificio que ofrecemos al Señor no consiste en un cordero sin mancha, sino nuestras vidas postradas en adoración. Somos sacerdotes y sacrificio al mismo tiempo. Por ello, cuando no dedicamos a Dios lo mejor de nuestro tiempo, es el equivalente a ofrecer un cordero ciego ante Su altar. Al no poner lo mejor de nuestros dones y talentos al servicio de Dios, eso es como ofrecer un cordero cojo al Señor. Igualmente, cuando estamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas a favor de nuestro trabajo secular, pero no a favor de nuestro Dios y ni siquiera a favor de nuestro cónyuge e hijos, eso es equivalente a presentar un cordero enfermo en la mesa del Señor.

La iglesia de Cristo es un sacerdocio real y la vida de cada creyente es el sacrificio que diariamente es ofrecido a nuestro Dios. Por ello, menospreciamos el nombre de nuestro Señor cuando decimos que Dios es nuestra prioridad, pero nuestras acciones no lo demuestran. Deshonramos a Dios cuando cantamos que Dios es todopoderoso, pero un simple virus nos amedrenta; cuando proclamamos que Dios es santo, pero no vivimos en santidad, ni siquiera durante una pandemia. También deshonramos a Dios cuando cantamos sobre Su fidelidad, pero dudamos de Su amor y gracia al ver que las cosas no marchan según nuestras expectativas. Menoscabamos a Dios cuando cantamos que Él merece toda la gloria, pero le damos las “sobras” de nuestro tiempo y vida. O cuando con nuestra boca decimos que Él es nuestro primer amor, pero nuestra conducta revela que tenemos múltiples amantes a quienes hemos dado el lugar que solo le pertenece a Dios.

De igual modo, si decimos que nuestro Dios lo merece todo, pero luego medimos meticulosamente el tiempo, esfuerzo y ofrenda que la damos, buscando el mínimo necesario para obtener su aprobación, es. tamos nuevamente menospreciando el valor de nuestro Dios. Lo triste de todo es que, si somos honestos, tendríamos que admitir que frecuentemente hemos sido reticentes en nuestras vidas de adoración al no ofrecerle lo mejor, ni hacerlo de la manera más adecuada. Sin embargo, recordemos que “Dios siempre evalúa al adorador antes de considerar su ofrenda”. Así lo hizo con Caín y Abel; por eso rechazó la ofrenda de Caín, pero recibió con agrado la de Abel.

[…]

Después de tantas malas nuevas que hemos leído a través de los profetas del Antiguo Testamento (refiriéndonos a Jeremías, Oseas, Habacuc y Malaquías), el propio Malaquías comienza a mostrarnos un rayo de esperanza: la venida de un mensajero que sería la solución a todos los problemas de la humanidad. Un mensajero fiel a la ley de Dios, a Sus propósitos y a Su palabra. Este mensajero ya vino y dio Su vida en la cruz. Allí, estuvo dispuesto a ser visto como pecador, siendo justo, para que nosotros, siendo pecadores, pudiéramos ser vistos como justos, tan rectos como si hubiéramos cumplido íntegramente la ley de Dios y así convertirnos en coherederos con el Hijo único de Dios.

Con Cristo, el mensajero, nuestra realidad se transforma. Sufrió lo indecible para que disfrutáramos lo inimaginable. Cristo descendió hasta lo más profundo –que podría ser descrito como el infierno– para que pudiéramos ascender a la gloria. Cristo cambió nuestro pecado por Su santidad; intercambió Su juicio por nuestra libertad; tomó nuestra vergüenza y nos dio Su honra. En la cruz, el más hermoso de los hijos de los hombres fue convertido en lo más repudiable entre nosotros. Cristo, el único que ha recibido la aprobación del Padre, en la cruz fue tratado como desechado para que nosotros, los desechados y reprobados, pudiéramos ser recibidos por Dios.


Este artículo es un extracto tomado de: Miguel Núñez. Volveos a mí (Estados Unidos de América: Editorial Vida, 2024), pp. 87-88, 125-126.

Johnson sobre “responsabilidades de los miembros de la iglesia”.

I. RESPONSABILIDADES PARA CON DIOS

  1. Ser bautizado (Hechos 2:38).
  2. Participar regularmente de la cena del Señor (1 Corintios 11:24).

II. RESPONSABILIDADES LOS UNOS PARA CON LOS OTROS

  1. Activos en amarse los unos a los otros (1 Pedro 1:22).
  2. Activos en la rendición de cuentas (Santiago 5:16; Gálatas 6:1).
    • En someterse los unos a los otros (Efesios 5:21).
    • En el edificarse los unos a los otros (Romanos 14:19; 1 Tes. 5:11).
    • En el exhortarse los unos a los otros (Hebreos 3:13; Hebreos 10:25).
    • En el amonestarse los unos a los otros (Romanos 15:4; Colosenses 3:16).
    • Si es necesario, someterse a la disciplina de la iglesia (2 Tes. 3:14-15).
  3. Activos en la comunión los unos con los otros (1 Juan 1:7).
  4. Activos en el cuidado los unos por los otros (1 Corintios 12:24-26).
  5. Activos en la asistencia (Hebreos 10:25).
  6. Activos en apoyar la obra del ministerio (1 Corintios 9:11).
  7. Activos en la oración (Santiago 5:13).

III. RESPONSABILIDADES HACIA EL LIDERAZGO DE LA IGLESIA

  1. Honrarles (1 Timoteo 5:17; 1 Tesalonicenses 5:12-13).
  2. Someterse a ellos (Hebreos 13:17).
  3. Apoyarles (1 Timoteo 5:17-18; 1 Corintios 9:9-11).
  4. Orar por ellos (2 Tesalonicenses 3:1).
  5. Ser cuidadoso al presentar alguna acusación (1 Timoteo 5:19).

IV. RESPONSABILIDADES PARA CON LOS NO CREYENTES

  1. Orar por ellos (1 Timoteo 2:1).
  2. Hacerles bien (Gálatas 6:10).
  3. Evangelizarles (1 Corintios 9:22).
  4. Amarles (Romanos 13:8).
  5. No juntarse en yugo desigual con ellos (1 Corintios 7:39).
  6. Ser honestos con ellos (1 Pedro 2:12).

Este artículo es un extracto de: Jeffrey D. Johnson. La iglesia: ¿por qué es importante?, pp. 83-85.

Warren sobre «Las sobras de comida».

En estas sobras de comida, estoy rodeada de una abundancia casi inimaginable. Aquí, en mi mesa, hay un símbolo humeante de mi asombroso privilegio: tanta sopa de tacos que no pudimos comerla toda y pudimos conservarla durante días porque, a través de un proceso que ni siquiera puedo comprender, los humanos descubrieron la electricidad y descubrieron que el gas de tetrafluoroetano comprimido que pasa a través de bobinas puede mantener los alimentos a la temperatura adecuada para su máxima conservación.

Esta abundancia, la gran cantidad y variedad de alimentos y la capacidad de conservarlos durante días, asombrarían a gran parte del mundo y a la mayoría de las personas a lo largo de la historia. Pero he sido embotada a las maravillas delante de mí. Doy por sentado este alimento.

Este hábito de orar por la comida me entrena en un modo de estar-en-el-mundo. Me recuerda que mi experiencia personal no es lo que determina si algo es o no una gracia y una maravilla, y que algunos de los regalos más asombrosos son los que más fácilmente se pasan por alto. Estas comidas olvidadas me moldean y me forman.

[…]

Hay toda una industria a la que le gustaría que yo creyera que esta sopa de tacos es solo una sopa, simplemente una mercancía, un producto para ser consumido, sin nada que decir sobre la moralidad o lo que significa ser humano. Comer de esta manera me hace olvidar de dónde viene mi comida, ignorar su conexión con la tierra y con las personas que la cultivaron y cosecharon. Los sacrificios que representa esta sopa -tanto de personas como de animales- son invisibles para mí.

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